Social Icons

domingo, 27 de julio de 2014

Calidad educativa: un concepto en constante construcción.
La visión compartida sobre el concepto de Calidad de la educación, indica que éste debe abandonar la condición reduccionista al cual ha sido sometido en las últimas décadas en Colombia por cuenta, obviamente, que el estado cree que los resultados de las pruebas que aplica a través del ICFES, (este Instituto realiza la evaluación de la calidad de la educación básica, pruebas SABER, aplicadas periódicamente a estudiantes de tercero, quinto y noveno grados. Asimismo, tiene a su cargo los exámenes de Estado de la educación media, SABER 11o. y de la educación superior, SABER PRO. También ofrece la oportunidad para que personas mayores de 18 años validen su bachillerato, y para que estudiantes de secundaria y otras personas interesadas se familiaricen con el examen de Estado, a través de la prueba PRE SABER 11o. El ICFES también coordina la participación de Colombia en evaluaciones internacionales), dan cuenta de ella en su totalidad. Incluso, el concepto de Calidad en el territorio de la formación humana, no solo está cuestionado, sino que la dimensión plurisemántica de su contenido, involucra una gran cantidad de significados, que en vez de esclarecer lo que realmente se busca, lo que hace es enrarecer la discusión sobre su verdadera esencia.
Para, Rodolfo Posada, la Calidad educativa “es un proceso cuyos logros deben conducir hacia la excelencia, expresada en el máximo desarrollo del potencial humano, en una tensión creativa entre lo que se tiene (realidad actual) y lo que se desea obtener (visión compartida)”.
El concepto anterior es contrario a otras percepciones, que consideran que la Calidad en educación es un requerimiento accesorio para discriminar o sobrevalorar las acciones políticas que se gestan en las instituciones.
Dicho de otra manera, el concepto de Calidad llega a los escenarios educativos no solo para indagar, si lo que aprenden los estudiantes en las aulas sirve para desarrollar adecuadamente la sociedad, sino también para instituir un ámbito sesgado en donde las prácticas escolares queden en entredicho, pues para nadie es un secreto que toda idea política no solo debe implementar sus propias teorías; también debe crear una gama de instrumentos especializados para reafirmar o descalificar los procesos y productos en los cuales se hacen inversiones financieras.
El estado, la sociedad civil, los medios, FECODE y las organizaciones de distintas vertientes a través de los tiempos han endilgado los epítetos más nefastos al desempeño de los maestros, a las deterioradas infraestructuras escolares, a las desusadas prácticas pedagógicas, a la escasa financiación en el sector y a la ausencia absoluta de compromiso de los mecenas del aparato productivo. Se cree, sin duda, también, que ante la degradación de la mayoría de los núcleos familiares del país, como consecuencia del interminable conflicto armado interno, la escuela ha terminado rebasada por el caos que viene de afuera de sus recintos; o en el peor de los casos, se ha convertido en un espacio en donde se reproducen los problemas lacerantes de la nación.

Es cierto que para que haya Calidad en el sector educativo necesitamos mejores maestros, mejores currículos, más inversión, más investigación, más compromiso, más instrumentos de medición, que “midan” y ayuden a desactivar por fin los “campos minados” que han ido creciendo alrededor de las instituciones educativas y que la han transformado en factorías lúgubres en donde pernoctan niños y jóvenes que solo “piensan” en responder ordenada y sumisamente una prueba.

Más allá del desempleo inatajable, el desplazamiento aterrador, el desencanto generalizado y la depreciación de las expectativas de vida en un país terriblemente desigual, no sobra decir que hoy tenemos más y mejores herramientas para abordar las mieles del conocimiento, tampoco podemos ocultar que parte de los desafíos que se le encomiendan a las comunidades educativas no siempre están sujetas al cuestionamiento que se le hace al docente, es urgente acotar que el magisterio, en calidad de colectivo político, piensa que el concepto de Calidad de la educación, debe ser más integral desde su concepción.
No basta con que rotulemos perversamente a la persona que no acierta, pues en cada momento histórico de la humanidad cada cual deberá asumir el porcentaje de responsabilidad que le pertenece; es necesario, entonces, re-inventar unas nuevas lógicas pedagógicas, didácticas, evaluativas, ideológicas y curriculares que propicien no solo mediciones frías y lapidarias, es perentorio que esas nuevas dinámicas lleguen a las escuelas y hogares con un mensaje renovado, provocador, festivo y científico; y después si, hablemos de Calidad. O, para el caso referenciado, digamos como infiere lacónicamente Doherty, “dejemos la calidad sin definir, pues ese es el secreto”.          













No hay comentarios:

 
Blogger Templates