El corazón involuciona.
El cerebro rememora,
la piel rinde culto a la insinuación,
los deseos invocan
lo irrazonable;
los cuerpos son de nuevo Adán y Eva.
Los cuerpos abandonan la miel.
las miradas dicen,
la ropa humedecida incluye lo que pasó,
un hasta luego dilata
el alfabeto de la recordación;
lo desconocido sojuzga lo que seremos.
Por fortuna:
la respiración del mundo
se gesta con mi sangre.
Tu sangre implica la contraparte y el destino.
Adán y Eva fuman otro cigarrillo de contrabando.
El sabor a látex acompaña la saliva en el lavamanos.
La prole está de fiesta…
lunes, 21 de diciembre de 2009
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