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viernes, 27 de junio de 2008

El PENSAMIENTO: ¿Otro desplazado? (Articulo)


Conozco muchas personas que saben mucho, pero piensan poco. Los hay esparcidos en todas las profesiones del imaginario cognitivo. En los cargos más distinguidos y en las dignidades más encumbradas. En los círculos sociales más flemáticos y en las tertulias políticas de mejor alcurnia. Incluso provienen de las instituciones educativas más reconocidas y sus resultados en las pruebas de estado demuestran que son por lo menos superiores al promedio de sus congéneres. Saben de lo divino y lo profano. Memorizan todas las ciudades capitales del mundo, manejan a la perfección algunas operaciones mentales, tienen disciplina para los asuntos laborales y poseen una gran aptitud para abordar los sinsabores que les presenta cualquier faena cotidiana. Saben la disciplina a la cual le han dedicado muchas horas de estudio, pero indiscutiblemente, piensan poco. O, piensan, con sesgos, dramáticamente inconcebibles.
Toda ésta reflexión indica que la escuela poco a poco fue perdiendo el patrimonio de la construcción individual y colectiva del pensamiento humano a través del tiempo. A espaldas de los docentes, del currículo y de la sociedad. En cambio, los gobiernos en representación del estado, sí tiene claro que lo más importante, es que los niños y jóvenes tengan acceso a toda información posible, que obedezcan los dictámenes esgrimidos por los programas estatales sin chistar, que repitan y mecanicen incesantemente las fórmulas para ser un buen ciudadano sin objetar nada y, por supuesto, que crea en todo aquello que se le ordena, sin importar que lo absurdo sea la medida real de lo que sucede. ¿En qué momento la escuela perdió ese activo trascendental? Supongo que cuando empezó a obedecer todos los exabruptos mercantilistas impuestos por las autoridades del gobierno, respondiendo al mandato de la banca multilateral que ordena recortes para el sector educativo, sin decir nada, o diciendo muy poco. Supongo, también, cuando los maestros se dedicaron a “dictar” clases sin sentido, a llenar cuadernos de datos inútiles, a preparar estudiantes para “ganar” una prueba, a entrenar niños y jóvenes para “promoverlos” dentro de un sistema educativo, previsto para que estos desarrollen una tarea formal, un trabajo para sobrevivir, para respirar. Supongo, además, cuando la escuela convirtió en importante la información lacónica avalada por la dictadura de la legalidad. Cuando privilegia los resultados efímeros obviando la reflexión mesurada de los procesos. Cuando abandona el estudio de los conceptos estructurales del pensamiento, para dedicarse a cumplir con los oficios propios del currículo establecido. Como un obrero común y corriente. Aplicando las recetas dogmáticas del empleado que labora por un salario mediocre. Cuando, por supuesto, las instituciones educativas confundieron su papel político, crítico, reflexivo y ético para construir pensamiento; con el deshonroso rol de aleccionar seres humanos para desarrollar unas estrategias gubernamentales cómplices con los altos índices de miseria, pobreza, violencia y desigualdad.
Formar una sociedad pensante requiere que las escuelas recuperen el liderazgo del pensamiento libre, tolerante, científico, ético y universal. Es imperativo, como dice, Francisco Cajiao, “promover el conocimiento universal, el progreso científico, la creación artística y la reflexión filosófica para transformar la realidad de los pueblos del mundo. Indiscutiblemente, corresponde a la escuela formar personas que piensen mucho sobre aquello que saben y lleguen a cosas nuevas que naturalmente no sabían ni tenían dónde aprender”.
Una escuela pensante, en cualquier nivel, de cualquiera naturaleza, debe tener en consecuencia maestros pensantes. Docentes que propicien los espacios conceptuales adecuados para que el pensamiento de niños y jóvenes aflore y crezca sin barreras. Donde todo aquello que se consulte, se investigue, se lea o se diga sea sometido al juicio prolongado de la crítica, la reflexión, la sustentación teórica, los ejemplos contextualizados y la confrontación argumentada de un colectivo humano que respete y tolere la posición del otro, sin acudir al improperio o la amenaza para dirimir conflictos o tomar decisiones individuales o grupales.
Las anteriores consideraciones son inocuas y anodinas sino se tienen políticas educativas públicas que gobiernen las actuaciones de un estado pensante. Un estado que promueva, insiste, Cajiao, “las múltiples maneras para que todos los pensamientos de niños y niñas encuentren espacios para crecer y fluir sin obstáculos, sin límites, sin clasificaciones y, sobre todo, sin tantas calificaciones”. La rotulación obcecada y tozuda que se hace sobre los estudiantes, implicados en evaluaciones que corresponden al pensamiento sesgado del modelo que desarrolla la institución educativa, explicitada en valoraciones que hacen prevalente la subjetividad de quien aplica la prueba, ratifica poca sensatez y escaso uso del pensamiento en las decisiones fundantes que toma la escuela dentro de la sociedad.

Mientras las grandes multinacionales de los medios de comunicación se establecieron en las instituciones educativas, el pensamiento hace antesala para regresar a la intimidad de su morada. Los maestros, mientras tanto, se divierten con un reality embrutecedor, la telenovela del momento, la última modalidad de corrupción inventada por el gobierno o el partido de fútbol del siglo. ¿Quién extenderá cordial invitación al amigo que retorna?

jueves, 26 de junio de 2008

CUESTIÓN DE IDEOLOGÍAS: Una mirada a la agenda estratégica para la educación superior en América latina(Artículo)


Lo único que dejó ver Colombia en la reunión de Cartagena fue el show circense propuesto por el presidente de la república al estudiante de la Universidad de la Guajira. Lo demás fue observar el dramático rezago en el que se encuentra sumida la región con referencia a cobertura. Por ejemplo: Mientras Europa retiene y proyecta a sus estudiantes en un 87%, Asia lo hace en un 68% y América latina apenas registra una permanencia del 32%. Brasil, México y Argentina en tanto concentran el 62% de las instituciones de educación superior y generan el 82% de producción científica. Cuba, República dominicana, Chile y Venezuela son los países que más invierten en educación superior. Todos estos datos se daban mientras el presidente de la patria (con minúscula) hacía un show de fanfarrón de barrio con un estudiante de Universidad pública, por los operativos militares ordenados por el gobierno en algunos claustros universitarios. ¿Quién invita a un presidente de derecha autoritarista a inaugurar una reunión de intelectuales universitarios? No hay respuesta. ¿Desde cuando la persona que intenta liquidar el pensamiento libre, el respeto por lo distinto y el conocimiento plural, puede asistir a un acto de esa dimensión? No hay respuesta. Al final del escrito esperemos que haya. Los datos de la UNESCO proferidos en el documento final del encuentro de académicos patentiza el fracaso premeditado por el gobierno nacional con referencia a los guarismos que arroja la educación superior en Colombia. Nuestra patria (con minúscula, nuevamente) se mueve por debajo del 32% de matriculas universitarias que es el rango menor que se conoce para América latina. Sin embargo aún escuchamos recitar a las personas del común, que son fanáticos a morir de la desinformación que propicia RCN Y CARACOL, que “la educación en Venezuela es pésima y que dizque el colombiano posee una inteligencia superior por obra y gracia del libre albedrío”. En el mismo instante el presidente explica de manera cantinflesca sus nexos oscuros con personajes de reputación cuestionada, los mencionados países invierten en educación superior y elaboran estrategias para eliminar la deserción y la repitencia. Sin duda es más fácil aniquilar, invadir, estigmatizar, amenazar y decir falsedades que financiar la investigación y ofertar programas de Maestrías y Doctorados en las universidades colombianas (estas sí con mayúsculas).
Para sustentar la tesis sobre los avances mínimos de la educación superior en América latina y el caribe con respecto a que detrás de estos existe un trasfondo ideológico, basta con repasar los nombres de la mayoría de los países que conforman la reducida lista: Brasil y Argentina con la mayor producción científica y Cuba, República dominicana, Venezuela y Chile con la mayor inversión y crecimiento en el sector universitario. Algo va de la derecha a la izquierda. A excepción de México el resto de países son gobernados por los distintos matices de las izquierdas latinoamericanas. Una clase dirigencial emergente que se está tomando el poder en América latina por la vía democrática. Mientras esto sucede el gobierno de Colombia bombardea, extradita, señala, guerrea y hunde la reforma política aduciendo la “preservación de la democracia”. Mientras hermosas niñas (que debieran estar estudiando un programa universitario) en toda la geografía nacional recogen firmas para volver a reelegir el proyecto político de derecha más nocivo para la salud, la educación, la generación de empleo, la construcción de diplomacia, el ejercicio democrático y la consecución de la paz, las universidades se quedan obsoletas frente a las necesidades laborales y cognitivas que el mundo moderno demanda. Como complemento, la mayoría de nuestros claustros universitarios están en manos de rectores elegidos por el más patético clientelismo, que soportan sus mayorías en las variadas formas de corrupción y se hacen inamovibles en estos cargos usando el estilo presidencial: fustigando al que piensa distinto y estigmatizando a los defensores de la libertad y la democracia real. Mientras en la mayoría de los países vecinos se gesta la discusión civilista y mesurada, se construyen políticas públicas educativas para mejorar los índices de calidad en investigación y solución de los problemas estructurales de la sociedad a través de la gestión del conocimiento de las universidades, acá se hacen esfuerzos desmedidos para firmar un TLC inconveniente para la mayoría de los colombianos, la ética política se vuelve un asunto de intereses y la constitución del 91 se deshace en jirones, por cuenta de la voracidad de la coalición del gobierno que pretende colocarla a la medida de sus transgresiones cada que sea necesario. Mientras tanto las universidades son sometidas pues con la “bota militar” se pretende acallar el último reducto del pensamiento reflexivo y crítico con que cuentan los pueblos. Mientras tanto en las universidades el compadrazgo, la politiquería y el clientelismo sirven para ascender peldaños, ostentar títulos y dignidades que no contribuyen en nada a la calidad del servicio educativo que se presta. Los vecinos en cambio avanzan en sus propuestas para la educación universitaria a espaldas de la propaganda oficial de CNN. A espaldas de la hipócrita declaración de las directivas de la Universidad de la Guajira, descalificando la valentía de su coterráneo, en una postura temerosa ante las declaraciones del presidente (con minúscula). Mientras tanto es mejor estar desinformado, pues es la única forma de observar lo que queda de la realidad colombiana, lo que RCN Y CARACOL dejan.

domingo, 15 de junio de 2008

MEMORANDO (Poema)

La patria es la mano alargada de la nostalgia
en el confín del patio matizado de almendros.
Tejido de susurros y aprendizajes.
De la dulzura de los regaños y los sinsabores de los afectos.

Tengo clara la imagen de la calle
que fundaron mis pasos.
Tan límpido que los besos sin color de la infancia
sobrevivieron al naufragio de los adioses.
Subsistieron en las lágrimas que inventaron mis ojos
y transitaron en las promesas de la borra del café.

Afín con los escarceos del corazón
anhelé a las estrellas,
Pero me quedé con la de los sueños platónicos;
la de los labios sin pasado y las quimeras en la piel.

La familia es la nimiedad desmadejada que se fue
con lo equívoco de los reproches,
Lo que la sangre no alcanza a mancillar.
Lo que la envidia no cataloga.
Lo que el amor pervierte.

La tarde, las noches, las mañanas, el desgano, la alegría
y la muerte llenó la libreta de apuntes.
Los sueños, el patio teñido de amaneceres, los zapatos héroes
anónimos de las distancias, mi madre y su atisbo de águila imperial,
los sueños de los amigos estrujados en la desdicha, la
miseria multicolor, el júbilo asqueante y la ruina inagotable.
Yo, en medio de la patria y la familia, en medio de la nada.

Volví.

Hay nostalgia, pobreza, felicidad y un asomo de muerte
que no descansa.
El patio de la niñez ya no tiene el murmullo, ni la tonalidad del primer beso.
Sabe a estoicismo: enunciación insaciable para intentar retener
con las manos lo que el alma y la memoria no pueden.

Lo que hoy no es más…
Agua que se desliza por la piel de la aflicción sin condenar
el licor de la tragedia.

Con copia a la hoja de vida.
 
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