Social Icons

miércoles, 16 de abril de 2008

LA ÉTICA DE LOS VERDUGOS(Articulo)

Palabras claves: Ética, medios, comunicación, información, verdad, ciudadanía, manipulación, gobierno, estado, empresarios, inversionistas, moral, ideales, reporteros, editores, periodistas, libertad, ley, independencia, difusión, moral, valores, noticias.

La obligación ciudadana de descifrar la verdad en donde todo es mejor que siga siendo mentira es sin duda alguna una de las más grandes y trágicas realidades de los sistemas educativos del tercer mundo. Miremos con lupa el caso colombiano. Pero como los sistemas educativos de la mayoría de nuestros países, en especial el nuestro, les ha quedado grande la simple y predecible explicación de cajón por la cual: los medios masivos de comunicación “sirven a la logística y a las necesidades económicas de la organización noticiosa, y no tiene como impulso principal los ideales de servicio público”. Lo cual indica que lo que quiere el propietario, el estado o el máximo inversionista es lo que se denomina "verdad". En adelante podríamos pensar que los medios haciendo caso omiso de una de sus funciones esenciales, “no actúan como guardianes permanentes de las acciones del gobierno, rara vez toman la iniciativa y lo común es que actúen como relatores pasivos del status quo, a los que los detentadores del poder con frecuencia manipulan”. O sea que no solo no hacen lo que les corresponde, sino que son permisivos con las cosas que no les conviene a las mayorías (masa). Digamos que aún queda otra cosa que es peor que lo anterior. La manipulación no solo es hija de la pasividad; es un ámbito de cohonestación para que se oculte o se diga sutilmente lo que "ellos" creen que la sociedad necesita escuchar como "verdad".
Pero algunos expertos en medios masivos de comunicación siempre nos han dicho que lo más importante de estos es la independencia. Lamentablemente en cuestiones de comunicaciones y periodismo “la libertad de acción de los reporteros y editores es restringida sin piedad alguna por los propietarios, compañeros, valores sociales y las costumbres”. Dicha cosmovisión convierte en mito la tal independencia de los medios masivos de comunicación. Como también es obvio preguntarse en razón de lo que aparece en los distintos medios, a “¿quién le corresponde escoger la noticia que recibimos y tira a la basura las que contienen lo que necesitamos saber? Nuevamente la respuesta es: al propietario del medio, a los valores morales vigentes, a la norma y al estado”. Entonces lo que escuchamos, observamos o leemos ¿no existe, no ha pasado, es fabricado? Pero ¿porqué siempre lo que dicen los medios termina pasando? Será porque la inmensa capacidad para parcializarse con que cuentan los medios, logran colocar en el cerebro de los espectadores las imágenes de tales situaciones, que aunque no concuerden con la realidad son las que terminan legitimando un estado de cosas. ¿Quién es aquí mayor víctima de los prejuicios: el mensajero o el receptor? Por ejemplo las grandes verdades del estado, de los políticos y de los colosales conglomerados empresariales que funcionan en Colombia, cuando esgrimen sus “opiniones enfrentadas éstas no hacen más que representar a colectivos opuestos, que exigen que un medio de comunicación los apoye”. Entonces cada político tiene o deberá tener un medio de comunicación para lograr extender su poder electoral. El dinero es el otro ingrediente. La coerción avalada por los grupos al margen de la ley hoy con más publicidad que antes aparecen como la panacea y la enfermedad. Los votos y las ideas poco o nada cuentan.

Comprender el fenómeno mediático es un hecho que le corresponde colocar en tensión a las instituciones educativas. Esto demuestra que la discusión académica hoy más que nunca es una discusión política. Un problema de ideologías. Un reconocimiento a los argumentos. Una oportunidad para construir conocimiento y cultura de cara a las grandes emergencias sociales que nos abruman. No importa que los efectos propagandísticos de los medios de información colombianos corroboren lo que la mayoría sabe y sufre, pero festeja: la existencia de un macabro pensamiento hegemónico que señala y condena a quien vaya en contravía de tal manera de pensar. “En este mundo de finales del siglo XX, con sus nuevas tecnologías y misteriosa economía global la moral se encuentra suspendida de una cuerda bastante floja”. Queda por decir a favor de la ética en los medios, que su implementación y desarrollo tampoco debe ser endosada de manera completa a ésta, “los receptores de la información deben abordarla con inteligencia, pues nada obliga al ciudadano a mostrar una férrea y ciega credibilidad, y mucho menos atención, a todo cuanto se le ofrece en los medios”. Sin embargo los medios masivos de comunicación atizan odios y remueven pasiones malsanas. Por tanto creemos que el papel de la educación en su labor de formación de seres inteligentes, en cabeza de sus docentes no puede trasladarse al estado que privilegia la guerra y la institucionalidad por encima de la vida de las personas , mucho menos a los empresarios de los medios y, por supuesto, lejos estamos de imaginar, que la ignorancia, el hambre, la miseria y la desigualdad que son la materia prima del colombiano común y corriente, y la sangre con que se nutren los gobiernos absolutistas como el nuestro, sean quien coloquen los principios éticos en beneficio de las magnas decisiones que propicien los grandes cambios sociales que necesita el país.

Según, Manuel Castells: “el poder consiste en crear, difundir e imponer códigos de información. La realidad no cuenta; cuenta el impacto mediático. La lucha por el poder es por generar, difundir e imponer códigos”. Hacer posible, según lo anterior, la ética en los medios, revela, por encima de “aprender a ver, seleccionar y valorar ética, estética y gráficamente la realidad”; entender que la situación de Colombia no solo es blanca o negra, de izquierda o de derecha, de Chavistas y de Uribistas. Que aunque no se quiera también hay "grises" y de centro, espacios estos donde es posible vivir una democracia real.

Volvamos a la verdad. El tamaño de ésta sobreviene ineludiblemente de la exigencia que los espectadores hacen al periodista y lo que este sea capaz de darles. Digo, al propietario, al estado o al inversionista mayoritario, digo. Sobre esto Giovanni Sartori dice: “vivimos ahora en un mundo repleto de persuasores ideológicos para quienes la tiene prioridad sobre la verdad”. Asistir al menú diario de los medios de comunicación colombianos es presenciar con tristeza a la ética incuestionable que ellos fabricaron para sus propósitos. Ética aplaudida a rabiar porque es la que orquesta el estado. Envanecida porque combina con sagacidad e indolencia convocatorias por Internet para realizar marchas de odios y noticias de fantasmas creados por programas tecnológicos y Objetos voladores no identificados. Engreída porque inventaron un nuevo diccionario en el cual pensar distinto es terrorista y hacer oposición es una actividad de apátridas. Pero lo mejor del menú es que hay que aumentar más horas de inglés en los currículos de las instituciones educativas del país: porque parece ser que para arrodillarse es necesario hacerlo en el idioma del verdugo.


Ética en los medios de comunicación. Documento especializado. Kurt Wein. 1947.
El periodismo colombiano atiza odios y remueve pasiones. Juan Diego Restrepo. Editor agencia de prensa. IPC. Enero 2008.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ES LA REALIDAD,LAMENTABLEMENTE MUCHOS O NO TINEN EL CONOCIMIENTO O EL INTERÉS PARA DESCUBRIR LO QUE EN REALIDAD SUCEDE, YA QUE ESTAMOS ACOSTUBRADOS A LA RUTINA DE SIMPRE ESTAMOS MECANIZADOS CON TODO,(LEVANTARSE, TRABAJO O COLEGIO, DORMIR COMER ETC)


POR CIERTO EL FORO ESTUVO MUY BIEN.........BACANO



Att: MAHA FENÁNDEZ

 
Blogger Templates