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lunes, 7 de noviembre de 2011

TORNILLOS DE LAS MÁQUINAS DE HACER DINERO ... (Articulo)

En el fondo, la frase que encabeza éste artículo, brillante por cierto, nacida de la mente siempre crítica de Alfredo Molano, resume de manera sapiente, lo que el gobierno de Juan Manuel Santos quiere que sean los estudiantes universitarios del país. Detrás de la despreciable publicidad que se observa en los distintos canales de televisión, financiada seguramente con dineros públicos, se esconde obviamente, la más retrógrada y perversa intención, no solo de entregarle las Universidades a los empresarios y su capital privado, sino de darle “cristiana” sepultura a la libertad de enseñanza, aprendizaje y cátedra, que es a mi modo de ver la razón de ser del conocimiento crítico y civilista. Y, es que precisamente, lo que menos necesita Colombia (según el presidente Santos y los empresarios), en los claustros universitarios, es seguir formando con los dineros públicos estudiantes critico-reflexivos, “dizque” haciendo Ciencia para mejorar la calidad de vida de sus compatriotas. Al gobierno le interesa desde tiempos inmemoriales que los estudiantes sean simplemente una “masa” amorfa que aprenda lo necesario para desarrollar una “tarea” específica, que sean capaces de resolver los problemas de alimentación, vivienda y medianamente lo de la educación de su familia; que esté obedientemente alienado para reproducir pobreza, después de hacer una cantidad suficiente de cursos inocuos en el SENA. Pero, es que las universidades, el caso de la Universidad Popular del Cesar, por ejemplo, plagada de corrupción, tráfico de influencias, pésima propuesta académica y estupidez administrativa, habitada por estudiantes que no miran más allá de la posibilidad de “salvar” el semestre (nadie sabe si aprenden o no), han perdido de vista las reales dimensiones, ya de por si catastróficas, que ésta malévola reforma y todas las anteriores plantea entre líneas.
Imagino con desconsuelo una Universidad pública produciendo en caterva Administradores de empresas, Médicos, Licenciados, Arquitectos, Ingenieros o Abogados que husmeen en la “basura” del mercado laboral ofrecido por los mismos empresarios que dirigirán o administrarán en cabeza de funcionarios insignificantes el presupuesto que se manejará desde los Consejos Superiores de tales instituciones. Percibo con tristeza una Universidad mendigando (muy parecido al patético show de Acción social) el presupuesto para investigar. “Investigar” lo que los nuevos patrones ordenen, pues esa investigación les podrá generar más ganancias a su negocio. Imagino ya con cierta certidumbre a las Universidades públicas convertidas en filiales anodinas de las empresas amigas del gobierno que mercantilizan los otrora planes de estudios certificando conocimientos y saberes. Imagino las conversaciones despóticas de los gerentes de las universidades o de sus títeres que continuarán llamándose melancólicamente rectores, “cuadrando” la malla curricular para que los estudiantes piensen menos y hagan más, contratando tecnócratas (con todos los títulos habidos y por haber) para que “dicten” clases y reproduzcan la idea corporativa que acrecentará la chequera del empresario y estupidizará perennemente a los estudiantes.
Imagino el discurso pedagógico de los docentes, que no sé si se seguirán llamando de esa manera, o quizás, se les denomine peyorativamente: consultores. Les hablarán a los estudiantes de capitales conceptuales, de ideologías que den rentas, de emprendimiento y praxis para propiciar utilidades.
Imagino a los estudiantes llenando formatos absurdos propios de los sistemas de gestión de la calidad, conformando colectivos para participar de las migajas que suelen sobrar de las convocatorias de empresas esclavistas y, los observaremos, derrotados de frustración frente a unos sueldos miserables por los cuales les tocará arrodillarse a mandos medios para conservarlos y rogar con toda la exacerbación cristiana para seguir mereciéndolos. No habrá lugar para los consejos estudiantiles; solo existirán los fondos de estudiantes, grupos titubeantes de jóvenes que se aglomeran desesperadamente para generar beneficios de tipo económico a sus afiliados. No habrá lugar tampoco para los debates racionales, y mucho menos, para las argumentaciones sobre las posturas teóricas que cambiaron el mundo. Con que los jóvenes estudiantes logren atar el empresarismo a los conocimientos moribundos que traen las cartillas del Ministerio de Educación y el Fondo Monetario Internacional basta.
Estoy seguro que no habrá espacio para las reuniones clandestinas bajo las luces tenues de la madrugada en las cafeterías en donde se tertuliaba sobre la Cuba de Fidel, las baladas contestatarias de Silvio Rodriguez y los poemas fetichistas de Neruda. Las discusiones atestadas de juicios intelectuales sobre los sucesos políticos que cimentaron el legado científico de los países de la cortina de hierro y la búsqueda inefable de estrategias para visibilizarnos en las paredes desvencijadas a través de los grafitis setenteros; el cáustico “prohibido, prohibir”, por ejemplo; harán parte de esas historias que escucharán nuestros nietos sin creérnoslas.
No habrá marchas callejeras, y mucho menos, agitación social que nos recuerden que el inconformismo es la sangre misma del derecho a ser dignos. Las consignas: ¡Abajo la bota militar y fuera gringos de Colombia¡ quedará en la memoria de los que nacimos en la década del 60, como una alabanza inmaterial poco entendida por los nuevos universitarios o mancillada con el apellido del terrorismo por parte de los funcionarios del gobierno. La cobardía individual se multiplicará en las aulas por cuenta de la ofensiva mediática desarrollada por el Ministerio de Educación y a los estudiantes que defienden la preservación de la independencia de la Universidad pública serán los próximos exiliados de ésta Colombia rezagada.
Tornillos de las máquinas de hacer dinero es en realidad el infausto destino de aquellos estudiantes que hoy quieren “salvar” el semestre. Es tan válida como egoísta la posición que adoptan aquellos jóvenes que solo se miran el ombligo propio; pero para los niños que estudian en las instituciones educativas de primaria y secundaria en éste aciago momento histórico, es seguro que no tendrán nada que “salvar” en el futuro.
Escuché por estos días con sincera nostalgia a una líder del re-nacido (en buena hora) movimiento estudiantil que encabeza las marchas callejeras: saben que, solo quieren una Universidad del tamaño de sus sueños.
Pero a Salomón Kalmanovitz, a quien también leí en estos días, prestigioso columnista en temas económicos y sociales, nos aclara que el modelo de Educación superior que trata de imponer el Presidente Santos es el de “la Universidad de Phoenix de Estados Unidos, que es muy lucrativa, cuenta con medio millón de estudiantes y fabrica profesionales y técnicos mediocres. Sus egresados han sido favorecidos con créditos del Gobierno que no están en capacidad de pagar porque no consiguen empleo o ganan muy poco”.
Visto de esa manera: ni para tornillos, entonces…

4 comentarios:

Alvaro Bermudez M dijo...

La educación es, el motor que ayuda a salir de esas inocuas ideas, que se van creando. En el trascurrir de la formación académica, desde este escenario, es de donde tenemos que empezar a emanciparnos de esas ideas profanas, que desde hace mucho tiempo nos han vendido e impartido, de una manera impetuosa. Y como dijo la querida columnista, de nuestro diario el pilón la; Señora Imelda Daza Cotes, en su última edición: “Hay poca educación y muchos cartuchos – cuando se lee poco se dispara mucho”.

Alvaro Bermudez M dijo...

La educación es, el motor que ayuda a salir de esas inocuas ideas, que se van creando. En el trascurrir de la formación académica, desde este escenario, es de donde tenemos que empezar a emanciparnos de esas ideas profanas, que desde hace mucho tiempo nos han vendido e impartido, de una manera impetuosa. Y como dijo la querida columnista, de nuestro diario el pilón la; Señora Imelda Daza Cotes, en su última edición: “Hay poca educación y muchos cartuchos – cuando se lee poco se dispara mucho”.

Rochy Mindiola. dijo...

En Definitiva, lo que quieren es un pueblo ignorante, que no sea capaz de vislumbrar los oscuros planes creados por ellos mismos y mucho menos capaces de exigir el respeto por sus derechos...

neider dijo...

La verdad es que quieren tener a un montón de personas que puedan manipular a su modo y antojo. Dejando acabar mas la educación de los que queremos salir adelante no como alguno que solo sabe cuando hay un paro, pero no saben porque es ni cuáles son las razones que lo causan. Solo quiero que sepan aquellos que se contentaron por la reforma de la ley 30 léanla muy bien y miren asía el futuro….

 
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