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domingo, 12 de diciembre de 2010

LA DIDÁCTICA: UNA MIRADA MULTI-DIMENSIONAL A LOS SABERES, CONTEXTOS Y SUJETOS (Articulo)

La didáctica como propuesta de métodos de enseñanza puede convertirse, y de hecho a veces se convierte, en una excusa para no seguir aprendiendo e investigando en la propia área en la que se ejerce la docencia, y en un sustituto muy pobre para la falta de conocimiento, de entusiasmo, de espíritu investigativo, y de compromiso con la ciencia respectiva (Vasco, 1990, p. 117). Definir la didáctica simplemente como un nivel accesorio de la Pedagogía, por estos días y desde siempre, es y será una discusión larguísima que eterniza más la vulnerabilidad de la formación de los docentes en América latina. No se trata de cuestionar las facultades de educación y la tarea denodada de las Escuelas normales. El cuestionamiento viene de todos los sectores de la sociedad, pues cada vez es más evidente, que parte del éxito de un colectivo humano, lo define la calidad y pertinencia del sistema de formación de maestros que se posee. Por tanto, algunos expertos en educación, piensan con sobradas razones, que el meollo del asunto está dado alrededor de la fuerte conexión que se da entre Didáctica y práctica pedagógica. Está relación se entreteje “al preguntarnos sobre la función de la didáctica en calidad de saber que interroga la práctica pedagógica, entendiendo ésta como acción intencionada de formación, donde interactúan de manera dinámica saberes, contextos y sujetos”. La didáctica es práctica pedagógica en la medida en que su que-hacer se convierte en praxis.
De esta manera la didáctica en calidad de extensión experiencial del pensamiento pedagógico del docente va más allá de la retórica academicista, para penetrar en los campos del saber en donde la praxis es el elemento conector en el tridente conformado por el maestro, el estudiante y el contexto socio-histórico en donde se da tal relación.
Desde los tiempos de Comenio, la didáctica era “la esencia de una reforma educativa que estaba íntimamente ligada a una renovación moral, política y cristiana de la humanidad. Entre la que se propugnaba por una educación como el factor principal de la pacificación”. Ciencias, artes y sobre toda las cosas, la religión, aparecían como la respuesta a las lógicas históricas y políticas de la época. Quizás, observando en detalle la situación de hoy, algunas categorías conceptuales de los currículos escolares, sumado el auge inusitado del inglés, las TICs y las variadas competencias a desarrollar en el acto educativo, se nos antoja que los tiempos pasan ineludiblemente, pero los sesgos políticos no cesan en el ámbito escolar. La didáctica es disciplina científica, por cuanto se soporta en las teorías que le dan razón de ser a sus posturas y postulados cognitivos. Es saber, porque de una u otra manera trabaja sobre las bases del entramado académico de la enseñanza y el aprendizaje; y es discurso, porque encarna todos los lenguajes necesarios que circulan en el acto de formación humana dentro y fuera de los recintos escolares.
Ateniéndose a estos axiomas intelectivos la didáctica se pregunta acerca de qué se quiere formar, quién forma, porqué se forma, para qué se forma y qué trasfondo ético-político orienta tal ejercicio de formación. Por eso es tan importante en estos días aciagos que los maestros entiendan que la didáctica es más que elaborar algunas acciones que involucran a los sujetos aprendientes, desde el marco de unas conceptualizaciones que deben potenciar los conocimientos que circulan en el aula. Tampoco se trata de conjugar no se sabe cómo ni cuándo los conceptos de teoría y práctica amparados en los contenidos de una disciplina que hace parte del plan de estudios. Cada vez es más substancial poner en cuestión los saberes escolares desde lo histórico, lo temporal, desde los orígenes, desde su naturaleza, desde los conocimientos y sus distintas vertientes teóricas; pues las prácticas pedagógicas, de alguna manera, son las encargadas de re-construir los saberes en la escuela, testificar a través del día a día los productos de los conocimientos que se vivencian, su neutralidad, las maneras de transmitirlos y las finalidades de estos en el contexto en el cual la escuela se enmarca.
Entonces, como aclara, el doctor Carlos Eduardo Vasco, “la didáctica es considerada no como la práctica misma de enseñar, sino como el sector más o menos bien delimitado del saber pedagógico que se ocupa de la enseñanza”. Pero, es claro, que al momento de hablar de enseñanza, es prácticamente imposible hacerlo de manera aislada. Al lado de éste concepto se movilizan el aprendizaje, la tensión dialéctica entre enseñanza y aprendizaje, la enseñanza en relación con el conocimiento o la posibilidad que el objeto de estudio de la didáctica sea la interdisplinariedad, como una categoría analítica para reconocerla desde la generalidad o desde la especificidad. Por ello toda actividad docente se centra con claridad en la didáctica. Ella es la que propicia la diferencia sustancial entre un proceso de formación humana exitoso o bien otro que está en crisis. Presupone esta apreciación que los maestros deben comprometerse mucho más con los preceptos fundantes de la didáctica, tales como: una profunda reflexión sobre lo qué él enseña, la manera cómo lo hace y los medios que utiliza para hacer efectiva tal actividad. Se trata, ahora sí, de expresarse con rigor acerca de cómo se debe configurar la escuela como espacio geopolítico y como escenario socio-histórico, para que los niños y jóvenes que la sociedad le confía al gremio docente no se encuentren a la deriva en un campo que cada vez es más político que intelectual, pues las relaciones de poder que se entretejen apuntan más a lo laboral-técnico, que al ejercicio del pensamiento, en respuesta a las angustias creadas deliberadamente por el deterioro de las políticas públicas educativas.
Sujetos, saberes y contextos entrelazados en una dinámica política es sin duda alguna la reflexión pedagógica que le corresponde al magisterio que se encuentra en las instituciones educativas, como a aquellos jóvenes que pululan en las facultades de educación de las universidades y en las escuelas normales superiores. Dicha reflexión, se insiste, debe interrogarse sobre qué saberes son válidos y cuáles no, cuáles relaciones son pertinentes y quién dice qué lo sean o qué interacciones se gestan al interior de los saberes cotidianos y los disciplinares, para que de ellos, por fin emerjan, los conocimientos escolares.
Incorporar a la didáctica en este tipo de discurso, implica, mirar a contraluz a otras disciplinas formativas como: la filosofía, la pedagogía, la psicología, la epistemología, la historia, la sociología y la ética; pues sería, al modo de ver de los expertos, una manera plural y simultanea de pensar el acto educativo más allá del marco legal que regla las actividades escolares.
La idea es que los maestros en servicio y en formación centren sus miradas en todas las meta-dimensiones de la práctica pedagógica. No solo para des-instrumentalizar el que-hacer educativo, sino para minimizar el pensamiento reduccionista que ha acrecentado los problemas sociales que justamente tienen su simiente en las anacrónicas prácticas de aula. Ir más allá de los saberes, sujetos y contextos para analizar, cuestionar y reflexionar lo que se hace en la escuela, es una manera crítica y plausible de abordar y construir una postura sólida sobre la didáctica en el territorio de la institución educativa y en sus estancias de influencia.


Tomado de: Contextos y pre-textos sobre la pedagogía. Universidad Pedagógica Nacional – UPN. Bogotá 2008.

1 comentario:

MIRELYS dijo...

Muy bien profe, un artículo completo, para nosotros en calidad de docentes y me llamó la atención esta frase "La idea es que los maestros en servicio y en formación centren sus miradas en todas las meta-dimensiones de la práctica pedagógica" que Dios lo bendiga y le de mucha sabiduria para que siga transmitiendolas a nosotros en el proceso de enseñanza- aprendizaje

 
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