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lunes, 30 de agosto de 2010

OTRA VEZ (Poema)

La escuela se quedó en silencio.
Hay niños de niebla y maestros difusos.
Niños de niebla que se quedan sin alma,
Papel y lápiz son garras que ahuyentan la imaginación.
Los cantos de la niñez se engalanaron de dolor.
Se atragantaron de muerte.
Los juegos de ronda danzan la melodía de las víctimas.
La música es la zozobra. Los cuerpos bailan su miseria.
El acto educativo es un patíbulo.
No hay preguntas ingeniosas. Hay respuestas maquiavélicas.
No hay boletines de notas. Hay actas de defunción.
Tampoco hay padres de familia. Hay epitafios que cambian de apellido.
No hay manos para una caricia. Hay almas secas que se niegan a vivir.

La escuela se quedó en silencio.
Mordaza, complicidad y miedo, igual currículo.
Los niños de niebla no existen, quería decirlo,
Y los maestros, son símbolos abstractos,
Varias líneas momificadas certificando falsedades y efigies henchidas de refinamiento,
Que significan: vanidad, autoritarismo y estupidez.
La escuela es una casa de fantasmas gobernada
Por la sumisión.
Investigación, literatura y lectura se carcomen
En las mazmorras de las creencias.
La escuela se quedó absorta en los chistes de pastusos de Simón Bolívar.
Reprodujo las aventuras inadmisibles de Colón.
Cambió sus ocho dioses por uno que nos inventaron,
(Rollizo y nórdico)
Nos borraron de la sangre el código ancestral,
Nos enseñaron a obedecer,
(Metieron en el espejo nuestras almas: y les creímos)
Nos inocularon el manual de la injusticia,
(Bebimos subyugadamente del catecismo de la maldad)
Y en la didáctica de la muerte
Se nos dijo que podíamos matarnos los unos a los otros,
(Obviando la ceremonia de la consanguinidad)
Por una palabreja vejatoria que se llama: patria.

La escuela se quedó en silencio.
Los niños de niebla van a la nada.
Los maestros vienen de la nada.
Esta tarde, lloraré, otra vez…

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