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sábado, 3 de mayo de 2008

NO PUEDE SER BUENO (Articulo)

Quien conceptúa ciegamente que lo privado es mejor que lo público, que la acumulación de la riqueza es la panacea en un mundo de miserables, que todo fin por bueno que parezca ser justifique cualquier medio a usar; por macabro que este sea, no puede ser considerado socialmente bueno. Quien confunda a ultranza a los opositores políticos con terroristas, a los países limítrofes con una caterva comunista de antiyanquis, a los que no comparten sus ideales invasores con apátridas, a los áulicos y palaciegos de su círculo intimo con patriotas, a la dignidad expuesta con lo subversivo; sin duda alguna no puede ser genéticamente bueno. Quien emplea la mentira y los “falsos positivos” como arma de destrucción contra los que no comulgan con sus ideas, hace alianzas de intereses con criminales de la peor ralea, se postula como único e irremplazable para salvar a la patria, reza e invoca a cada momento a no se sabe que clase de Dios y celebra con euforia la muerte de un ser humano, esté en la orilla que sea; es imposible inscribirlo en el grupo denominado: seres humanos. Quien se enoja cuando las cosas terminan siendo como deben ser, despotrica en contra de los demás poderes del estado, insulta a los que no son de la derecha, increpa a los militares que no asesinan, arremete contra las ONG que ofrecen argumentos en contra de la guerra promovida por el gobierno, denosta a quien formula las soluciones desde otro ámbito y calumnia a los que por la naturaleza de sus obligaciones, deben ejercer la justicia sin preguntar de que partido político provienen los criminales; ese tipo de persona no debe ser observado como buena.

Quien ordena enmascarar las cifras del costo de la vida, maquillar los datos que arrojan las encuestas del DANE, inventar otras variables para disminuir los niveles de la pobreza, quien “compra” respaldo popular a punta de subsidios y recompensas, debilita los partidos de la oposición por cuenta de reformas políticas indebidas, señala con sevicia a los guerrilleros pero considera delincuentes políticos a los paramilitares; es un hecho, políticamente no puede ser definido como bueno. Quien visita a la mayoría de los países del mundo hablando que el crimen contra el sindicalismo ha disminuido, que los sembradíos de amapola son historia remota, que la guerrilla terrorista es ficción y novela, el narcotráfico una película del pasado y el paramilitarismo está encarcelado; difícilmente se puede acreditar en calidad de persona. Quien engaña hasta al más temible de sus secuaces, extradita a sus amigos entrañables y a sus enemigos furibundos (da lo mismo), fustiga y lapida a los medios de comunicación distintos a CARACOL Y RCN, salvo algunos columnistas honestos de estos medios, redefine los conceptos de delitos contra el erario público, se hace respaldar de cuanto malhechor raso aparece en las regiones y envía a lacayos o familiares a cargos diplomáticos en el exterior, no puede ni debe estar en las listas de los seres humano buenos.
Quien reprende en público a los funcionarios (vasallos) del estado, ordena capturar a facinerosos que el mismo nombró en cargos menores reemplazando a las autoridades judiciales, envía militares colombianos a conflictos armados que no tienen nada que ver con nosotros, ordena masacrar a los trabajadores nacionales a través de reformas laborales lesivas, persigue sin piedad a periodistas decentes que no le hacen el juego a su política delictiva, asocia a los congresistas de la oposición con grupos al margen de la ley; es decir, “el ladrón juzga por su condición”, interviene en las decisiones de las cortes cuando éstas obran en contra de sus amigos; por razones obvias, una persona de tal calaña, no puede ser jurídicamente bueno.

Quien nombra en lo cargos de alta dignidad gubernamental o entrega ternas para que de ellas se escojan a las personalidades que deben hacer el control a las acciones del gobierno, es decir, que por la naturaleza de dichos puestos están para proteger a los ciudadanos de “ese” gobierno, solo porque son sus camaradas o sirvientes, quien ataca la ilegalidad con la ilegalidad irrespetando los territorios de los países vecinos, quien reclama solidaridad después de haber violado los principios de respeto al otro, vinculando a sus posibles aliados con el terrorismo, es complicado que alguien con dos dedos de frente pueda considerarlo éticamente bueno. Quien sale cada que quiere en alocuciones televisadas a decir que nuestra economía es tan fuerte como la de los países desarrollados sin que se le note la vergüenza, quien apela a los odios familiares para meter a los colombianos en “su” guerra de bandidos, mostrando cifras anodinas que solo se las creen los forajidos del palacio de gobierno, quien cierra empresas del estado para entregárselas a los ricos del país o a las transnacionales, so pretexto de que son inviables, nadie bajo ninguna circunstancia puede llamarlo bueno.

Quien acorrala a los maestros del sector público con sueldos de hambre y concursos que nadie tiene certeza de ganarlo o perderlo, quien aprueba leyes y normas para favorecer a los paramilitares, quien hace creer que en Colombia no hay conflicto armado y se jacta argumentando que lo que existe son bandas de bandoleros que atacan al estado, quien gobierna con el ala política del paramilitarismo, se niega a contestar preguntas que averiguan sobre su dudosa conducta o la de algunos de sus funcionarios “estrella”, quien denigra de las personas que buscan con encono un acuerdo humanitario, quien prefiere los rescates militares como camino único para devolver los secuestrados al seno de sus familias, quien coloca a la constitución política en calidad de “prostituta” para usarla en sus voraces apetitos personales, quien odia a las minorías electorales, sexuales, étnicas y sociales, quien desacredita a sus antecesores, estigmatiza la protesta social y odia a los grupos de izquierda democrática; puede que sea presidente de Colombia por uno, dos y hasta tres periodos, tener el 84% de popularidad en las encuestas que se ordenan desde el palacio de gobierno, incluso alcanzar a pensar que de cada 100 colombianos 84 son iguales a él, éticamente antisociales; o lo peor, que las personas que lean este texto piensen que el que lo escribió es realmente malo, por expresar lo que la mayoría saben, pero que se lo niegan o no lo entienden por cuenta, digamos, del 84% de popularidad que nadie tampoco sabe de donde sale. Si. De la misma parte en donde mercan, viven y se inventan las cifras descabelladas, alucinantes y virtuales los del DANE. Usted tampoco puede ser bueno sino lee, compara, confronta, analiza, reflexiona y toma posición ideológica sobre los datos proferidos aquí, que lamentablemente si hacen parte de la Colombia en que vivimos algunos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenísimo, puntual, agresivo, bien argumentado. Da gusto leer sin ira lo que sucede en nuestro país. Da gusto saber que hay personas que salen todos los dias a re - pensar desde la crítica y la reflexión la porquería de gobierno que tenemos. Adelante profe.

 
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