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jueves, 23 de febrero de 2012

BALADA PARA UNA SALA DE CASTIGO (Poema)

Las espaldas sumisas,
Las rúbricas en las cicatrices,
El dolor instaurando las heridas,
La vida pendiendo del otro,
Y el otro: mesías del castigo.

La humildad avala al verdugo,
La dignidad agoniza,
Las manos inquieren otras manos,
La burla fulgura en los puntos cardinales:
El castigo era la melodía.

Venimos del barro para ser el barro, sin el artesano del cielo.
Las súplicas por ser de barro no vuelan,
La angustia por ser una variable del temor es sanguínea,
Nosotros por ser nosotros nos espera el abismo.

Besamos la mano invisible
Porque la visible no tiene publicidad,
Huimos de nosotros mismos
Y la sangre de las culpas nos sojuzga;
El castigo viene del cielo y aunque no sepamos porqué:
Lo merecemos.

Hoy otro látigo arrecia,
Hoy sufragaremos otros pecados,
Las espaldas estarán disponibles,
Las lágrimas se justifican,
La letra con sangre entra.

Mientras el castigo sea la panacea de lo absoluto,
La libertad la imperfección de los pesimistas,
La igualdad necesitará otro Dios:
Ecuánime, justo, sin recetas.
Que cante baladas izquierdistas (en lo posible),
Que descienda de la comodidad de su pedestal (es preferible)
Que traiga ideas sin oraciones y argumentos sin milagros,
Que acá le estamos guardando la camiseta número diez.

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