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lunes, 10 de enero de 2011

Rentabilidad social y política pública educativa: y la educación, ¿Para qué? ¿Dónde? (Articulo)

OCDE, es la sigla relumbrante de la organización para la cooperación y el desarrollo económico. Es una especie de multinacional cuyo objetivo es coordinar las políticas económicas y sociales de 34 países, la mayoría de ellos desarrollados, lo cual indica, que Colombia no hace parte de éste “club de países ricos” (así se hacen llamar) y solo es observado como uno más de los tantos a los cuales se les debe “ayudar” a desarrollarse. La OCDE se mete en todo. Pero sus campos específicos de influencia son educación, economía y medioambiente. En las conclusiones del último informe sobre educación elaborado por este importante organismo multilateral, llama especialmente la atención, la relación que se teje entre rentabilidad social y política educativa pública. Es decir, la tarea exclusiva y esencial de las políticas públicas en educación, “es mejorar los sistemas educativos para hacerlos rentables” (OCDE - 2010). Más adelante entre líneas el informe nos coloca a reflexionar sobre la correlación de fuerzas entre bien común y rentabilidad. Entre escuela y sociedad. Y señala como enemigos siniestros de esa reciprocidad anhelada a la deserción y la repitencia. Qué es rentabilidad social desde la clase de Lenguaje, por ejemplo. Desde la clase de Ética, desde la Historia, las Matemáticas, la Educación Artística o Religión. Por un lado es a mi modo de ver propiciar: igualdad social, equidad de género, ser un buen maestro y tener una amplía cultura Lecto/escritora. Por otro lado, y ese es el punto más importante, para que haya rentabilidad social se debe reducir a la mínima expresión del sistema educativo: la deserción y la repitencia.
Intentemos un ejemplo de moda, para colocar en cuestión la validez del término rentabilidad social, a la luz del ejercicio didáctico en las aulas de clase. En estos días el país está polarizado acerca de esclarecer quién o quiénes son los responsables de las terribles inundaciones, sobre todo las que azotan al sur del Departamento del Atlántico. La primera tesis no muy rentable socialmente hablando, defendida con estadísticas y cálculos de todo tipo por un pool de expertos en favor del estado, expresa con obviedad (casi lindando en el cinismo) que toda la culpa es de los ciclos normales de la naturaleza. La segunda postura, muy rentable socialmente hablando, desafía la conciencia social y cuestiona la manera en que los gobiernos fueron (y siguen siendo) cómplices de los grandes terratenientes y los ganaderos, cuando so pretexto de ampliar las fronteras alimenticias en el campo colombiano; secaron ciénagas, desaguaron lagunas y vaciaron riachuelos para sembrarlos con pastos. Destruidas las capas vegetales primarias, enriquecidos los empresarios latifundistas y el gobierno guardando un silencio encubridor, era de esperarse que la recia temporada invernal hiciera el resto. Entonces, rentabilidad social, no es más que debate racional y argumentado sobre las grandes problemáticas que nos apremian. Para el ejemplo traído a colación: no se trata de cuantificar, justificar y aplaudir los grandes esfuerzos que hace el gobierno, ni reconocer el tamaño de la solidaridad de los colombianos y los países amigos en el envío de ayudas humanitarias. Para que la formación que los niños y jóvenes reciben en las instituciones educativas sea rentable socialmente, es urgente colocar el concepto de equidad en todas sus meta-dimensiones como telón de fondo en las acciones de aula. Tiene razón, Juan Carlos Gurría, Secretario general de la OCDE, cuando afirma, “que los países con mejores sistemas educativos, son de igual forma los estados que han colocado la equidad en calidad de prioridad en todas sus políticas”. Para el caso colombiano con respecto al ejemplo de las inundaciones y de otros tantos, equidad es implementar la discusión más allá de la verdad oficial, de la mentira que se resguarda en los desastres naturales solamente y, desde luego, iniciar el debate público acerca de una deuda inaplazable de la educación con nuestros niños y jóvenes: el acceso a la educación pero en condiciones reales de igualdad.
Pero, mientras, la discusión se reduce a los resultados de los exámenes de Ciencias y Lectura que arrojan las siempre temidas Pruebas PISA, hermana mayor de nuestra funesta Prueba SABER, donde Colombia ocupa los últimos lugares, hoy más que nunca es necesario recordar, lo que expresa, Rafael Ochoa, Secretario del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de México (SNTE), “El binomio Maestro-escuela aporta solo el 20% en materia de calidad educativa a los estudiantes, pues el 80% restante, así los palaciegos del movimiento neoliberal no quieran admitirlo, corresponde a las características y condiciones en que niños y jóvenes enfrentan el reto del aprendizaje y el ambiente familiar y social en que se desenvuelven estos”. Vuelvo al comienzo. Qué es rentabilidad social para el estado y sus testaferros de la educación privada. ¿Exclusión? ¿Fragmentación? Los que tienen con qué pagar una buena educación van ipso facto a las jefaturas de las instituciones más influyentes del estado o a los altos cargos en los conglomerados empresariales. Y los demás al SENA, a las labores informales, a los grupos al margen de la ley o dentro de la ley. Que algunos devenguen sueldos exorbitantes y los demás el salario mínimo. Eso es rentabilidad social. En el fondo a través de situaciones diversas, ambos están vinculados a las perversas dinámicas y lógicas de la sociedad laboral vigente. Por tanto: se endeudan, comen, sobreviven, pagan, se vuelven a endeudar. Y así sucesivamente.
Entonces, la rentabilidad social, frase reluciente acuñada por la OCDE en el informe de 2010, debe indiscutiblemente debatirse no en el escenario de los resultados de las pruebas internacionales que se inventaron algunos organismos adscritos a las voraces entidades que prestan dinero a los países (eternamente) en vías de desarrollo como el nuestro. Se cree, que a estas alturas de la discusión, cobra mucha fuerza qué se debe hacer para tratar/mejorar las características, las condiciones, el ambiente familiar y social de los niños y jóvenes que en el futuro deben ser rentables a dicha sociedad. Algunos expertos piensan que los conceptos de inclusión, coherencia y financiación sostenida bastarían para acercarnos a los fulgurantes resultados educativos de Finlandia. A grandes rasgos un estado, un gobierno y una sociedad que es incapaz de priorizar en la igualdad social y en la equidad de género, que no promueve a sus mejores estudiantes para que sean buenos maestros y que se niega a propiciar una política pública obligatoria de lectura, debe seguir bombardeando inexorablemente campamentos de insurgentes, ranchos de campesinos; chuzando periodistas y opositores, haciendo falsos positivos y forzando a miles de colombianos al exilio. Ser colombiano, entonces: es ser desterrado, ser terrorista, ser desplazado, ser damnificado, ser rico o ser áulico del rico. Todos son rentables socialmente hablando. Producto, esos sí, de una política pública bien diseñada.
La pregunta es ¿Dónde estaba la educación cuando se planeó todo esto?


Revista Mundos de la Educación Internacional. Igualdad de género: Clave de la Educación. No 36. 2010.

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