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jueves, 23 de febrero de 2012

BALADA PARA UNA SALA DE CASTIGO (Poema)

Las espaldas sumisas,
Las rúbricas en las cicatrices,
El dolor instaurando las heridas,
La vida pendiendo del otro,
Y el otro: mesías del castigo.

La humildad avala al verdugo,
La dignidad agoniza,
Las manos inquieren otras manos,
La burla fulgura en los puntos cardinales:
El castigo era la melodía.

Venimos del barro para ser el barro, sin el artesano del cielo.
Las súplicas por ser de barro no vuelan,
La angustia por ser una variable del temor es sanguínea,
Nosotros por ser nosotros nos espera el abismo.

Besamos la mano invisible
Porque la visible no tiene publicidad,
Huimos de nosotros mismos
Y la sangre de las culpas nos sojuzga;
El castigo viene del cielo y aunque no sepamos porqué:
Lo merecemos.

Hoy otro látigo arrecia,
Hoy sufragaremos otros pecados,
Las espaldas estarán disponibles,
Las lágrimas se justifican,
La letra con sangre entra.

Mientras el castigo sea la panacea de lo absoluto,
La libertad la imperfección de los pesimistas,
La igualdad necesitará otro Dios:
Ecuánime, justo, sin recetas.
Que cante baladas izquierdistas (en lo posible),
Que descienda de la comodidad de su pedestal (es preferible)
Que traiga ideas sin oraciones y argumentos sin milagros,
Que acá le estamos guardando la camiseta número diez.

EL FETO (Poema)

Un día un par de apurados adolescentes
Embriagados en la liturgia del deseo
Decidieron (sin consultármelo)
Concebirme.
Por ahí mi mamá convirtió en tragedia
Mi advenimiento
Y la sociedad la sindicó de criminal.

Por ahí mi papá aceptó derrotado un suplicio
Y el terror a ser hombre
Lo convirtió en irresponsable.
Mucho después,
Alguien me llamó niño
Y entre juegos, castigos y estupideces,
Los adultos intentaban concebirme a su semejanza.

Mas tarde llené los requisitos para ser joven
Y reclamé educación, afecto y autonomía;
Y me dieron silencios, maltratos, consejos
(Y algo que aún nadie entiende)
Dizque sabiduría.

Después fui adulto
Y vi en los niños
Algo bueno pero inerme y vulnerable,
En los jóvenes algo conspicuo pero rebeldes y errantes.

Y yo (adulto), cual dictador enceguecido
Por la imbecilidad,
Observo la temeridad de los débiles.

Hoy la opción de vivir la vida es poca.
Darle oxigeno al monstruo de la guerra,
Alimento al endriago de la politiquería,
Códigos alienados a la melodía de la miseria
Y caballeros al teatro de las creencias
Me seduce minimamente.

Prefiero la música cabalística del afecto
De una madre que no me conoce
Y a la cual la noticia que no naceré,
Le dolerá menos que mi presencia inconveniente
En su vida.
 
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