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domingo, 15 de enero de 2012

INVENTARIO (Poema)

Me he pasado la vida arropado de los miedos.
Miedo a las largas noches y sus demonios intangibles; casi todos inventados
Por los bufidos de mis mayores.
Miedo a los bostezos inimaginables del fracaso; alimentados por las derrotas
De la sangre.
Miedo a la luenga cabellera de la más pedante soledad; en plena conjunción
Con mi aureola de baquiano.

Me he pasado la vida tratando de razonar, sin pensarme.
Entender la demagogia ineludible de la palabra; circunscrita (ni más faltaba) a La melodía de la hipocresía.
Entender la travesía inescrutable del tiempo en mí; incitado por la laxitud
De los días desquiciados.
Entender el carnaval insufrible de las promesas que hice; paliado con la sangre
De los adioses vergonzantes.

Me he pasado la vida
Con la calculadora de la insatisfacción en las manos,
La adición de todos los olvidos en saldo rojo,
La sustracción de todos los afectos en cero,
La división de todas las no presencias P.F.U
Y una incandescente borrasca de energía para seguir batallando,
Sin saber si he aprendido algo
En la refinada estupidocrasia de la vida.

Mi vida.

domingo, 8 de enero de 2012

CÉDULA DE CIUDADANÍA (Poema)

Nos fuimos
comiéndonos un silencio que no era suficiente para sentirnos cómplices.

Nos fuimos
dejando atravesados en el suplicio del olvido los cadáveres de la amistad en las hojas ajadas de las promesas.

No nos costó nada
hacernos a un lado para que la borrasca del odio asolara la última súplica de los amigos, de los hermanos; de nosotros mismos.

Nos costó poco
firmar un cheque en blanco en donde la cobardía ostentaba muchos ceros a la derecha; nos gustó, incluso.

Nos fuimos
sin celebrar (y no nos dolió en absoluto) el onomástico poco suntuoso de la abuela. No visitamos su tumba frágil, no escuchamos sus historias apócrifas, no oímos con reverencias quiméricas sus consejos impracticables; la novedad nos devoró los sentimientos.

Mis ojos no están llorando: es la lluvia obstinada y cautelosa que confecciona ríos en mi rostro.

martes, 3 de enero de 2012

EL OCTAVO WHISKY (Poema)

Los valientes
saben a taza de café.
Esperan a las tardes
acurrucados.
Fantasean con la lluvia
desde la ventana.
Los valientes
aman trágicamente la vida
e inventaron la teoría de la ardilla.
(Guardan y guardan)
Un valiente
se reúne con otros para cantar
bajo la luna.
(Creen que hay luna)
Revalidan la hermandad
confiriendo lo que son
a un Dios.
(Negocian la sangre)
Son horizontales pero patriotas.
Volubles y maquiavélicos.
Son.
No son.
Neutrales y presumidos.

Los valientes
nacen en azoteas.
Se crían bajo la tutela
de barney.
(El dinosaurio violáceo con vocecita gay)
Van a las escuelas
que acicalan religión
por conocimiento.
(Desde luego, aleccionan…)
Se narcotizan
con la inmundicia musical de
David Bisbal y Thalía.
(Después van a misa y empatan)
Se casan con las primas
de apellido melancólico
y reputación de monasterio.
(No tienen sexo… reproducen valientitos)
Salvaguardan las leyes anodinas,
las instituciones demenciales
y la democracia pueril.
(La dignidad, la igualdad y la soberanía
son las toallas sanitarias)
Cuando tienen ochenta años
dictan seminarios sobre la rutina.
(Son impotentes, el viagra los engorda
y las hembras son uvas verdes)

Los valientes
son trascendentes después del séptimo whisky.
Rasgan la guitarra con aflicción
y aspiran al cielo (después del octavo whisky).

Una última cosa
los cobardes no existen.
(Se quedan en los condones
y en los amores platónicos… o escriben poemas)
 
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