SE VENDE (Poema)

Mi ciudad,
Desgastada hasta la saciedad por los pésimos cantos
De juglares sin imaginación,
Abandonada en medio de la caricatura indefinible
Que la publicidad esconde
Y tejida a la incertidumbre de los días
Sin límites aparente.

Mi ciudad,
Con niños anestesiados pugnando un cupo
En la estadística de la guerra,
Cercenados de la canción de la inocencia
Y del carnaval de la escuela por la realeza del hambre,
Los tres reyes magos del desempleo
Y el paraíso del terror.

Mi ciudad,
Con un mar de leva que excreta poder
Disfrazado de patriotismo,
Cautivando la petulancia de los intelectuales
E idolatrados por los áulicos que hipotecaron la memoria
Al desastre de la sumisión.

Mi ciudad,
Con mas sangre arrojada a los pies de las heridas
Que nunca encuentran el mar,
Con muchachitos obnubilados por el sarcasmo
De la notoriedad,
Patentados en la competencia del egoísmo
Tras el último premio por el cual ser primero
Es igual que perdedor.
El triunfo de morir sin saber el pecado de la vida,
O sin conocer el “alias” de aquellos que a nombre de la patria
Ofrendaron la fiesta de la miseria en consenso democrático,
Con el mismo costo de las balas irremediables
De la inequidad.

PAN Y CIRCO (Poema)

Otra vez
Vendrá la injusticia de la lluvia, el cinismo del perdón
Y la hipocresía de las leyes.
Vendrán por la garganta del cisne,
Por la sangre inexplicable del abuelo
Y la sonrisa de los niños.

Otra vez
Vendrá la sinrazón racional, el oprobio iconoclasta
Y la desdicha infinita.
Vendrán por la ironía inquebrantable de los sabios,
Los pasos inanimados del excluido
Y el dolor de adentro.

Otra vez seremos los mismos
Que huyendo de nosotros
Renunciamos al pecado de morirnos
Frente a un mar innecesario.

Otra vez
Vendrá la premura por mis noches, el silencio del cuchillo
Y el victimario subsidiado.
Vendrán por el orgullo de catecismo, la dignidad de la ceniza
Y la certidumbre de la serpiente.

Otra vez
Vendrá la desesperanza a mi almohada, el olvido de los genes
Y yo multiplicado por nada.
Vendrán por las caricias en la piel, las promesas abreviadas
Y las cicatrices en el bosque.


Otra vez acudiremos a la memoria delirante
Renunciando al pecado de morirnos
Frente a una coca cola
Igualmente innecesaria.

NÚMERO EQUIVOCADO (Poema)

Sin que suene a desamparo,
a dolor, atraso y esclavitud
hablemos de ti que inventaste
lo que existe
(sin explicaciones)
y lo que debemos respetar
(sin explicaciones):
“Hágase la religión”
Olvidé decir que también creaste los extremos:
“Háganse los extremos”
se te escuchó
(y se te sigue escuchando).

Para que suene a infortunio,
a coerción, autoritarismo y represión
hablemos de ti que inventaste
lo que no existe
(sin explicaciones)
y lo que debemos repetir
(sin explicaciones):
“Hágase la educación para que encarne la religión”
Olvidé decir que en la misma orden se enseñó a lamer:
“Hágase la dependencia”
Se te escuchó
(hoy todo está subsidiado o lo adeudamos).

Sin que parezca desdicha,
servilismo, oprobio o degradación
hablemos de ti que inventaste
las leyes para reemplazar la razón
(sin explicaciones)
y lo que debemos asentir
(sin explicaciones):
“Háganse los acuerdos para reemplazar la voluntad”
Olvidé decir que el deber era más importante que la vida:
“Hágase la soberanía”
Se te escuchó
(hoy la dignidad cuesta menos que el papel higiénico).

Sin que parezca infamia,
humillación, iniquidad o deshonra
hablemos de ti que inventaste
la moral para desmerecer la ética
(sin explicaciones)
y lo que debemos consentir
(sin explicaciones):
“Háganse los pecados para satirizar los riesgos”
Olvidé decir que pensar es sacrílego:
“Hágase la excomunión”
Se te escuchó
(hoy el cielo es un sofisma y las creencias el sarcófago
de lo absoluto)

Hablemos de ti.
Hablemos de mí.
De ti que eres mi mejor invento.
De mí que soy tu mejor invento.
De ti que existes porque no pienso.
De mí que existo porque a veces pienso.

¿Hablemos?