Social Icons

martes, 5 de julio de 2011

YO, EL DIFERENTE (Articulo)

“La mayor equivocación del hombre hasta ahora, es pretender eliminar la diferencia”. Ésta frase esbozada por el ex senador, Gustavo Petro Urrego, a un periódico capitalino, no solo parece de carácter gótico por su complejidad y exacerbada retórica filosófica, sino, porque alberga en su acervo semántico, uno de los dramas humanos más degradantes de la historia. Por las pasarelas inhóspitas del mundo desfila toda una taxonomía de personas. Todos y todas disímiles, incomparables, diversos. Por razones genéticas, sociales, culturales; por lo que sucedió al momento del parto. Por los lenguajes que maniobra, el estrato donde habita, la música que lo ensimisma; por la persona que le habla al oído. Por la tendencia sexual predilecta, el color de la piel, el tipo de Dios en que cree; por la tonalidad de la amalgama ideológica que ciega sus razonamientos. Por el tamaño de la caverna escogida para disfrazar los miedos, el prestigio incandescente de la Universidad en donde aprendió los adjetivos de la vanidad, los epítetos que hablan de una gloria que no viene en las revistas expertas en temas mortuorios; por la marca irreverente de la camioneta de lujo.
La diferencia entre las personas es quizás la categoría humana más importante para la evolución del hombre en las nuevas sociedades. Éstas (Las sociedades) cada día serán más virtuales, globalizadas e individualizantes. Más conectadas a través de artefactos informáticos, y por tanto, más ligadas a ideas políticas coyunturales, que juegan en escenarios plurieducativos poco convencionales. Es decir, el hombre de la próxima centuria debe formarse más para entender su papel como sujeto político, que para venderse como un mercenario interconectado a las hordas del mercado, a partir de un puñado de conocimientos fragmentados, que lo ubican como un endriago insaciable dispuesto a comerse a sí mismo y a cualquier otro ser humano con tal de cumplir las metas establecidas por otro engendro, que por su superioridad en las escalas jerárquicas de tal organización, lo obliga a eliminar tajantemente las diferencias de sus congéneres. Bueno: paralelo a esto nació con toda su animadversión y cálculo la corrupción, el crimen y el ánimo de lucro.
Pero la política, no la politiquería, no es otra cosa que un intento para cambiar el mundo. Y para gestar los cambios que necesita la humanidad no se hace con iguales. Se hace validando al que piensa distinto, al que es diferente porque viene en un empaque desacorde, al que demora en llegar; pero llega, al que tarda en hablar; pero razona, al que escoge otros caminos; pero rompe la cinta de sus ideales, al que convive con otro de su mismo sexo; pero entiende a los que se enfocan desde otro punto del horizonte, al que cree en la luminosidad de un Dios; pero comprende la policromía de la laicidad. Infortunadamente ningún ámbito social después de la religión ha estado más interesado en estimular tales diferencias como la escuela. La escuela, que paradójicamente es el escenario ideal para hacer cohabitar las incompatibilidades en todas sus manifestaciones, se ha convertido en una auto-cárcel siniestra en donde se recluye a cada cual por cualquier expresión diversa. Abandona, la institución educativa, entonces, su razón de ser. Se deslegitima a sí misma para ir más allá de la burda discriminación clasista, dándole paso a las fuerzas oscuras del mercado y su principal apóstol: el dinero. Entonces, aparece, la empresa privada disfrazada de mecenas de la formación humana. Quiere colocar su dinero (diáfano o ensangrentado) para que las universidades mejoren la sociedad sin nada a cambio. Da risa: los acaudalados del país van a ayudar a los diferentes de Colombia para que sean mejores seres humanos. No, no da risa: van a colocar su dinero para que las universidades formen más mano de obra para sus proyectos de esclavitud contemporáneos, para sus empresas que prohíjan la desigualdad social y para que el establecimiento empresarial-estatal riegue de maquilas el mapa laboral de Colombia.
Cuando se habla de eliminar la diferencia, se trata es de invisibilizar al que se opone con argumentos, al que no cohonesta con las reglas de fuego del que detenta el poder, al que prefiere buscar en vez de repetir.
Sin embargo, las instituciones educativas de cualquier categoría o rango, por estos días les ha tocado empezar a convivir con un concepto cargado de desafíos, retos y humanismo: la inclusión. Este indica que todos los seres humanos pueden ir a los mismos sitios a vencer los obstáculos para conseguir sus metas. Todos y todas con distintos ritmos y estilos de aprendizaje. Todos y todas en una policromía de vida que le de colorido a las discrepancias conceptuales y a las posturas ideológicas. Discapacitados, negros, indígenas, creyentes, no creyentes, politiqueros, políticos, miserables, pobres, empresarios, obreros, hermosas y feas, hombres y mujeres son solo adjetivos cobardes que gradúan de estúpido más al que hace la categorización que al clasificado. La formación humana necesita sin duda alguna a los diferentes para entender el mosaico de problemas que la homogeneización instauró como dogma. Necesita las diferencias no para sincronizar los ritmos, sino para armonizar los objetivos colectivos sin importar quién, cómo o porqué nos acercó a la felicidad.
Mi salón de clase es una rica mixtura de esperanzas y frustraciones constantes, sistemáticas y paradójicas. Leo síntomas y signos: no comprenden lo que leen, tienen vocabulario limitado, no entienden los sarcasmos, se les dificulta seguir las instrucciones, confunden los símbolos matemáticos y tienen escaso aprendizaje asociativo. Escucho historias de sanatorios sobre hiperactividad, deterioro perceptivo-motriz, déficit de orientación general, trastornos de atención, impulsividad, trastornos de la memoria y del pensamiento. No sé si el espectáculo de las diferencias tiene causas congénitas (hijos de padres con problemas de aprendizaje tienden a padecer el mismo problema). No sé que pasó al momento del nacimiento de mis estudiantes (falta de oxigeno al nacer o lesión cerebral al momento de expulsar el feto). No sé si tuvieron fiebres prolongadas a los pocos días del nacimiento. Ya ni me interesa saberlo. Lo único innegable y divertido es que están conmigo y a la mayoría se les iluminan las caritas cuando se aproxima la clase de Lenguaje. Aunque a veces ya no me cuesta creer, si las dificultades que tengo para entender a Habermas, Popper, Saramago, Cortázar o a Donald Shon, son parecidas a las de mis estudiantes cuando les planteó una pregunta capciosa.
El lunes regresaré a mis clases pero por lo menos ya sé que las diferencias y la igualdad son perfectamente compatibles. Trato de pensar una escuela pluralista que posibilite el milagro de la felicidad. En ella habrá parsimoniosos y raudos. Inteligentes y buenas vidas. Irritantes y nerds. Torpes y artistas. Bravucones y valientes. Víctimas y victimarios. Dioses y proletarios. Odiosas Categorías y codificaciones inventadas para impedir la igualdad y para fragmentar las bases aun vulnerables de la formación humana. Trato de pensar una escuela ciega, sorda y muda a las discriminaciones, la exclusión y el miedo a aceptar al distinto. Con maestros cuya máxima competencia sea brindar la mano para alentar incansablemente al que aun cree que los obstáculos existen.

La clase termina con más dudas que certezas. Como debe seguir siendo por los días de los días…

domingo, 3 de julio de 2011

LINEA RECTA (Poema)

Amarte no es precisamente
Perseguir las huellas trascendentales
De una línea recta.
Ni adicionar dócilmente los puntos infinitos
Que ella disfruta.
Tampoco es
Apuntar al firmamento
Sin contar con el resto de la geometría
Que encubre la tecnología textil.

Amarte es ir en zig zag
Estación por estación,
Indagar por los amantes teñidos en la piel.
Averiguar por los olores en las uñas
Que hipotecan los reencuentros solubles.

Amarte no es precisamente
Recordar las fechas del sobrino y los colores del obsequio.
Es sentir los interrogantes incluidos en las súplicas
Sin el vacío.
O las preguntas catalépticas sin inercia.
Es la calle que examina.
Los labios insinuantes.
El desconsuelo en las estaciones.
Los amigos que confunden los recados.
Los nietos augurados por las abuelas taciturnas.
Las pavesas abandonadas por los vicios.
Es mutar en el retrato de tu “héroe”:
Un títere con dos neuronas en línea recta
Inventando la felicidad sin cuestionar la inclemencia
De los números naturales.
Encontrarte sin la hermosura de la noche
Y complicarnos el resto de la existencia.

Remitir el humo del cigarrillo por la ventana impaciente
Con los aromas del hastío y las mieles sucias
De tu intimidad.
 
Blogger Templates