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lunes, 21 de diciembre de 2009

YO TAMPOCO TENGO QUIEN ME ESCRIBA (Poema)

Una flor,
un te quiero,
el fuego desvalido
desandando las huellas de un beso,
la marca de los labios
en el cuello de la camisa.
La vida en las esquinas,
las derrotas una vez más
tocando el violín,
la excitación por verte,
los mordiscos en los confines del vientre,
la vida más allá del ombligo,
los ojos entrecerrados,
la espera.

Observar el mundo
debajo de ti
cambia la perspectiva del sudor,
el aroma del cabello
cayendo en mi rostro,
la hondura de la espalda
y la fuerza de la sangre
cambia lo cóncavo por lo convexo,
la piel resbala en el calendario,
los números sobran,
los movimientos son verticales,
la vida se reúne
más allá del ombligo.

¿Importa?
Hoy la vida está
a la vuelta de los gemidos.
Los gemidos de aquella vez.
Los que derramaron la razón.
Custodiados de borbotones de felicidad,
momentánea, es cierto.
Humedecida en la calle y en la lluvia.
La vida es una casa llena de globos azules
que se fugan.
De la almohada y sus señales
incitando los jadeos.
De la risa y los rencores
acallados por el dedo en la boca
que ocultan la coincidencias.
El borde de la oreja extraviado en la lengua,
El adiós sin la música de la palabra.

¿Espero?

Esperar el lado efímero
de tu cuerpo,
equivale a la devoción íntima
más allá del ombligo,
a inventar lo que no ofreces,
lo que te niegas,
la alegoría de tu piel
gritando mí nombre,
mi nombre asido a la raíz de tu cabello,
al lenguaje de tu espalda
y a los códigos del olvido
que ni entiendo ni obedezco.
Sólo espero.
Mientras las hojas secas vagabundas
convierten en mierda lo que ya no puedes darme.

Sin embargo, esperar es una de las tantas
¿Maneras de vivir?

LA CREACIÓN SEGÚN FULANO DE TAL (Poema)

El corazón involuciona.
El cerebro rememora,
la piel rinde culto a la insinuación,
los deseos invocan
lo irrazonable;
los cuerpos son de nuevo Adán y Eva.

Los cuerpos abandonan la miel.
las miradas dicen,
la ropa humedecida incluye lo que pasó,
un hasta luego dilata
el alfabeto de la recordación;
lo desconocido sojuzga lo que seremos.

Por fortuna:
la respiración del mundo
se gesta con mi sangre.
Tu sangre implica la contraparte y el destino.

Adán y Eva fuman otro cigarrillo de contrabando.
El sabor a látex acompaña la saliva en el lavamanos.

La prole está de fiesta…

domingo, 20 de diciembre de 2009

ÉSTAS VIEJAS ESTÁN LOCAS (Minicuento)

Rociaron con gasolina venezolana las cédulas con las fotos inmostrables de décadas pasadas. Los vestidos minúsculos y a la moda, las panties con las historias de la noche anterior, los brasieres mojados con la respiración de la lamida anterior, las pieles del alma suplicando otros amores menos compasivos y más prácticos, lo que fueron de jovencitas y lo que quisieron ser en la adultez, en lo que creían creer, sin saber cómo y en lo que jamás creerían, sin saber porqué, los amores infestados de tragedia y los novios cornudos que les habían abundado en los últimos años. Sus bien llevados 40, 35 y 30 almanaques brístol. Y le metieron candela sin un mínimo asomo de remordimiento. De 40, 35 y 30 se estacionaron en 30, 25 y 20; después en 20, 15 y 10; más tarde en 10, 5 y 0; y luego en 0, 0 y pañales; y ya sin remedio en pañales y biberones las tres. Carmencita tiró por la borda sus estudios de Derecho en la Universidad del Atlántico y su empleo de corbata en la Procuraduría regional. Julietica se pasó por la faja sus jugosos negocios de lavandería en toda la ciudad y Margarita le importó un bledo dejar a su Cartagena del alma, aburrida de las proezas delirantes y las mentiras necrológicas de un novio que vivía en el exclusivo sector de Manga para volverse loca. El galán terminó encabezando con el orgullo a mil el desfile anual de la comunidad gay de la capital de Bolívar, a espaldas de la locura de su ex novia.
El llanto enternecedor de las tres se alcanzaba a escuchar por el sector de Coca cola, en la novena arriba, dicen los trasnochadores de la zona rosa, a mi no me crean. Pero dicen también, contradiciendo la lógica de las cosas, que también las vieron abordando un taxi con rumbo desconocido, nuevamente con sus envestiduras de adultas. El automotor se enrumbó por la doce y a la altura de la gobernación se elevó inexplicablemente. Dicen que el viejo chofer se orinaba, reía y lloraba.
Dicen que en “Salsa Barranquilla”, la baraúnda de la música caribeña se acalló por varios minutos, para ver el destartalado vehículo zarandearse en la fuerte brisa decembrina. Dicen que del viejo taxi llovieron panties beige, brasieres rosados y vestidos fucsia. Cuentan que el viejo taxista se negaba a lanzarse en el paracaídas, porque al parecer le estaba yendo más que bien. Bueno, los suspiros entrecortados, debían ser, para hacer honor a la imaginación, del viejo motor del anciano, a punto de infartar.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Educación y ciudadanía: desafíos y perspectivas más allá de los linderos de la escuela (Articulo)

Para las personas que cotidianamente estudian y cuyo propósito fundante es lograr un lugar selecto dentro de los controvertibles espacios académicos, las instituciones educativas deben percibir y hacer que los demás perciban los ámbitos de formación humanística en calidad de escenarios que permitan en el mediano plazo, “superar la mirada curricular de la educación. En lugar de contenidos, materias, se cree que debemos ir a la diversificación de los campos del conocimiento relacionados con una lógica de desarrollo nacional y local, de experiencias prácticas en múltiples campos. Una formación ciudadana, humana que permita abrirse al mundo y actuar en él en cualquier ámbito”. Para ello es necesario que los colectivos docentes aprendan más y mejor con el fin de dominar los campos disciplinares correspondientes y con ello cuestionar las estructuras cognitivas estandarizadas propuestas por el estado.

La interpretación racional de las realidades locales que se dan en el aula de clase, es un ejercicio dialogante entre sujetos humanos que poseen necesidades comunes y asimilan satisfactores congruentes en el sentido “de fortalecer el rol de una sociedad educadora y una sociedad que aprende. Hacer una red pedagógica alrededor de la escuela con múltiples actores de la comunidad, de sectores productivos, artísticos, culturales, científicos, académicos, profesionales, artesanales y de los más diversos oficios. Que permitan dinamizar la escuela, para transformarla verdaderamente en un espacio público, un espacio de participación, creatividad, encuentro, actoría. Participación real y efectiva en el proceso de educación, en las más diversas propuestas de autoaprendizaje y aprendizaje colectivo, y por supuesto, en la toma de decisiones”. Reconocer que la escuela en sus distintos niveles jerárquicos se extiende por fuera de su espacio institucional, acrecienta las oportunidades para derrotar la retórica supraverbal del conceptismo en el cual los expertos en el tema han querido confinar a la educación, para hacerla ver como un artefacto clasista que propicia silenciosamente lugares de exclusión. Mientras los tecnócratas del Ministerio de Educación Nacional se jactan de la inserción de nuevos paquetes tecnológicos para abordar los procesos de calidad en el sistema, se cree sin duda alguna que “el ser humano debe seguir siendo el centro del quehacer educativo. Solo así es posible volver al proceso natural de enseñanza y aprendizaje en la vida, en el mundo, en el contexto real, en la cotidianidad. El hecho pedagógico se debe re-crear en calidad de encuentros significativos entre personas, las más diversas posibles. Docentes que no son reemplazados ni por el currículo, ni por las materias, ni por los textos escolares... sino personas que aprenden y acompañan el proceso de formación de las nuevas generaciones. Estudiantes no vistos como objetos - obedientes y que deben acumular contenidos, sino seres humanos dinámicos, creativos, que se apropian de su propio proceso de aprendizaje”. Adentrarnos en la canasta académica propuesta por Karl Popper para encontrarle respuestas vitales a los problemas reales de la sociedad, desarrollar el pensamiento contestatario y beligerante en el marco de la argumentación teórica y convertir la información en conocimientos, para usar la tangibilidad de ellos en la solución perentoria de las diversas encrucijadas sociales es una tarea que apenas comienza.

La profundización del fenómeno educativo en Colombia pasa por la comprensión de “las múltiples formas de aprendizajes, de comunicación ("acción comunicativa"), de participación en el aula y en diversos espacios. La idea de integrar realmente las diversas formas de comunicación humana en la escuela más allá del uso mecánico de las computadoras, explorar nuevos enfoques de comunicación entre pares que permitan abrir sus horizontes, no solo receptores de comunicación sino generadores de su propio proceso comunicativo hacia sí mismo y hacia la sociedad”. Recurrir a los estudios de Jurgem Habermas para definir desde la “pretensión de validez” la cientificidad y aplicación efectiva del suceso pedagógico, la utilidad consustancial de las herramientas didácticas y las indagaciones teóricas recientes que indican que en la formación humana aún no todo está dicho.

La “construcción de comunidades de aprendizaje” por fuera de las aulas colombianas de cualquier índole es un desafío educativo y político que va más allá de las deudas sociales contraídas por el estado con sus conciudadanos. Corresponde a los docentes en todo momento y en todo lugar la redefinición de “una nueva institucionalidad educativa, más humana, en lugar del castigo, la tarea obligatoria, las notas y el miedo, que fomente el placer de aprender y vivir, crear, investigar, compartir...” Llegó la hora de extender un veto ciudadano a la criminalidad y arraigar un cerco humanitario a la guerra desde la escuela. Replantear los discursos curriculares desde preescolar hasta los estudios de posgrados, es un fin inaplazable que requiere más ideas, investigación y creatividad, que los horrores que provee la corrupción, la politiquería y el anarquismo. El veto del cual hablo debe ser un espaldarazo a la Constitución de 1991. La escuela en calidad de matriz de la política de un estado debe enseñar a los niños y jóvenes a rechazar desde la democracia, el absolutismo y la dictadura del estado de opinión, traído a colación por una clase política ultracatólica, extremista, ultraconservadora, opusdeista y corrupta (La criminalización de la dosis personal, la prohibición del uso de la píldora del día siguiente y la suspensión de la ley que despenalizó el aborto de manera parcial, es una prueba inmoderada de ello). Es la institución educativa la que debe ejercer el liderazgo erigiendo un cerco humanista desde la ética y la estética. Son los docentes en cabeza de las comunidades escolares los que deben iniciar esa gran “minga”, para recuperar a través del conocimiento, la investigación y el estado de derecho los harapos de la carta magna, para devolverles a los niños y jóvenes el país que se merecen. Restituir la fe en el apostolado de la pedagogía va más allá de atender juiciosamente a los y las estudiantes que la sociedad nos confía. Se requiere de una labor entusiasta e ideológica. Que construya una manera distinta de ver a la sociedad, en relación con una educación que se fortalezca precisamente fuera de los espacios institucionales. Se trata, entonces, de un dialogo fecundo entre los ciudadanos comunes y las ideas educativas de avanzada. Porque de nada servirá tener las mejores instituciones educativas desde la óptica sesgada de las evaluaciones que hace el estado, si el país se desmorona dramáticamente en una inenarrable vorágine de sangre, bellaquería y dolor. Se nos enseñó, que es la educación la trinchera ética, científica y emocional que debe oponerse al desvarío de ciertos caudillajes, que han socavado las democracias a nombre de la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social. Trípode éste que amalgama toda una nueva idea de dictadura elaborada para interponerse a la bestia del terrorismo.

Desde las cenizas del caos que no cesa, el ave fénix de la educación, hoy más que nunca debe seguir siendo la pieza clave para exorcizar la tragedia de la pobreza; la única pandemia innegable que amenaza el futuro de nuestros niños, niñas y jóvenes.



Venegas Guzmán, Hugo. Educar para comprender la sociedad. Contrato Social por la educación de Ecuador. Quito-Ecuador. 2008.

jueves, 17 de diciembre de 2009

ESCRITURALIDAD: Las prácticas escolares: un campo político en disputa (Articulo)

ESCRITURALIDAD: Las prácticas escolares: un campo político en disputa (Articulo)

LA MOMIA Y EL HÉROE (Minicuento)

A mi modo de ver debía ser una discusión acalorada y cuestionante. De esas que se dirimen en la filosa alquimia de las teorías más místicas y las sustentaciones más vehementes. La hermosa modelo habló con calculada finesa: -“desde la perspectiva del catastrofismo, la edad de la tierra no necesitaba ser excesivamente prolongada. 6000 años sería la cifra que Cuvier defendería frente a los gradualistas”-. El cielo gris se abría y amenazaba. El patrullero midió el tamaño de la tierra, con los conocimientos almidonados en las películas de Bruce Willis, se acordó de la beatífica redondez de la tierra que certificó ¿Vespucio o Colón?, recordó desde las maquiavélicas series religiosas de semana santa aquel ¿adagio bíblico?, “polvo eres y en polvo te convertirás”, y dijo con entusiasmo de drogadicto: -“bueno la tierra es el centro de todo, es la matriz de los colectivos humanos, en el sentido que proporciona no solo bienestar, sino que en ella se extienden los procesos vitales de los animales superiores e inferiores”-. El cielo enloquecido empezó a sonreír esquizofrénico. Saqué un cigarrillo importado y me relajé. La beldad con sus curvas sofocantes era catastrofista y el policía con sus ademanes quijotescos era existencialista. A mí me daba la misma vaina lo que fueran. Ella iría a momificarse por horas y horas en una meticulosa sala de suplicios, para después desarrollar el humillante juego de las titeretadas. Él iría a salvaguardar el sepelio de la institucionalidad en una ciudad de rufianes y mesías, en un submundo de mierda donde lo substancial es sacar la nariz y usarla.
Fue lo único que me quedó claro de aquella rarísima conversación. Por eso empezó a llover sin compasión, hasta el punto que la única forma de no ahogarse en las aguas delirantes era subirse a un techo infestado de soledad o ufanarse de medir más de 1 metro y 79 centímetros.
La modelo iba embalsamada en su vanidad rumbo al Rio Guatapurí por uno de los crípticos callejones de la Cuarta. El policía se ahogaría también, convencido que en el más allá laurean a los héroes por cumplir con sus obligaciones. Tres días después el Rio Guatapurí devolvió las basuras fétidas a su cauce agonizante. Tres días después saco otro cigarrillo importado y me relajo. “Jesús es verbo no sustantivo” de Ricardo Arjona, me recuerda que mi vida es una plegaria sin lunáticos confidenciales que ni el Rio Guatapurí pudo confinar con las basuras. “Desde niño fui aprendiendo que la religión no es más que un método, con el titulo prohibido pensar que ya todo está escrito…” Escucho. Otro cigarrillo y ya. Lo prometo. Carraspeo. Esputo. Me evado. No estoy …

lunes, 14 de diciembre de 2009

ESCUELA DE FIERAS (Cuento)

Las bestias llegaron a las 6 de la mañana a la clase de Ética. Cada cual haciendo causa común con la presa del día. No hubo saludos matinales, ni parabienes para nadie. Cada una se ubicó en su espacio demarcado por el odio propio. El ambiente es enmarañado, el hedor a estiércol ahoga. La fiera-presa levanta la vista cansada y deja escapar un vaho pútrido. Tiene los ojos azules con un rasgo ácido en la mirada. No observa. Acuchilla. –“El tema de hoy trata sobre las libertades individuales del hombre”-. Dijo, sin apartar la vista de un montón de papeles, que sacaba y metía nuevamente dentro del maletín de cuero. A pesar de la edad los nervios de la inexperiencia se le notaban por el sudor de las manos. “-El hombre nace libre y la sociedad lo corrompe. Quiero iniciar la discusión sobre las libertades, usando éste viejo principio”-. Gruñó, recuperando el aliento. Tomó el marcador de tinta borrable e inició la elaboración de un mapa conceptual, encabezado por la palabra libertad. -“¿Qué es la libertad, Zutano?- Preguntó extrayendo el cuchillo de 16 pulgadas del abdomen de la bestia. Lo limpió con una bayeta roja y esperó con el arma lista la respuesta estúpida. “–Es hacer lo que a uno se le venga en gana”- Apuntó, ahora al corazón. –“Respetando de una u otra manera lo que el otro haga, cuando se le dé la gana, sin que eso que hacen los dos violente a los demás, ni a ellos mismos”- El filoso cuchillo fue guardado cuidadosamente en una cubierta esplendorosa de cuero negro. Otras bestias lamían la herida abierta de par en par de Zutano. Zutano sacó un destornillador de 25 pulgadas para preguntar. –“¿Profe, el ejercicio de las libertades individuales debe superar el absurdo de las leyes?”- La puñalada fue directa al cuello de toro barcino. La piel endurecida dobló la hoja del destornillador y se alojó en lo profundo del hombro. Mugió tristemente. Se incorporó con la pesadez de más de 40 años de magisterio y dijo: -“La ley debe recuperar la esencia de las libertades, pero si la ley es absurda como usted plantea, entonces, es la sociedad civil a la que le corresponde protestar para ejercer tales libertades”- A Zutano se le aplazó el sueño de degollar vivo al arrogante maestro. El mapa conceptual explicaba las sabias premisas de la vieja fiera. Las bestias jóvenes observaban con deleite el rio sanguinolento y espeso que bajaba del hombro. Todo estaba como al principio. La fiera-presa lo reiteró desde la puerta de madera: -“La libertad es la base de las democracias civilizadas, pues no se trata de que las personas hagan, la idea es que los seres humanos sean capaces de racionalizar lo que hacen de manera inteligente”- Rugió lastimeramente y se marchó dando tumbos. Adentro las bestias jóvenes se acuchillaban entre sí una y otra vez. Vísceras, cabezas, patas y manos bañadas en sangre decían que los consensos no habían sido posibles. Zutano, con una mano mutilada, aullaba: -“La libertad es el poder de los inteligentes”- Y, Mengano, con las vísceras en el pupitre, le replicaba: -“La libertad es un invento de las minorías, para implementar la democracia”- Zutanito decapitó enloquecido a Zutano, exhibió la cabeza sonriente, y decía: -“gran marica la libertad crea caos, desorden y muerte”- La cabeza quedó en la mesa del maestro. Aún sonreía. Perencejo hizo lo propio con Mengano, le atravesó el corazón con una espada resplandeciente, no sin antes decirle, tomándolo por el cabello rojizo: -“la libertad de estos Hijueputas, lo que ha hecho es hacer crecer la desigualdad”- Y lo masacró. La campana indica que son las 12:30 del día. El último bloque de clases no se laboró, porque la rectora se inventó una reunión para explicar, planificar e implementar una de esas medidas curriculares absurdas, que hacen más complejas y degradantes las relaciones formativas dentro de las jaulas. Las bestias jóvenes se marchan a sus madrigueras pensando en cosas reales como el sexo y la rumba. Algunos escuchan música que endiabla el alma, otros babean sin pudor alguno a la novia de turno. Algunos simplemente esperan defraudados un medio de transporte y otros atraviesan la selva a pie con la endeble convicción que lograron sobrevivir a otro día más, sin saber cómo, porqué y para qué.
La fiera-presa de ese día afilaba el machete sin descuidar ningún detalle. Ungía crema en la cacha para incrementar la eficacia de los golpes y colocaba ají picante en el filo para aumentar el dolor de la posible víctima. Sabía por su larga experiencia en el gremio docente, que la clase de Religión implicaba una lucha sin cuartel, y seguramente, la de esa mañana no sería la excepción. Una bestia joven recién bañada huele a desencanto con las pieles relumbrantes y los cabellos aún mojados. Las miradas clavadas en el piso anticipan las letanías de la muerte. –“Hoy hablaremos de la autoridad suprema de nuestro señor Jesucristo”- La maestra utilizó el más ceremonial de los tonos, mientras la caricia que le hacía al filo del machete le cortaba la piel del dedo meñique de la mano izquierda. –“Dios los ama y quiere lo mejor para todos nosotros”- Y lamía su propia sangre. –“Pero definitivamente, eso tiene un precio. Ustedes son pecadores desde el nacimiento, por los deslices atroces cometidos por sus padres”- A Zutano no le gustó el contenido especulativo del chiste. –“Por tal motivo, deben someterse a ciertos sacrificios, los cuales son imprescindibles para ganarse el cielo”-. Zutanito desenvainó su nuevo sable de 70 centímetros de largo. –“Dios, es el ser supremo, no se equivoquen, por ahí los medios de comunicación confunden a los jóvenes, pero la palabra de Dios está aquí, para guiarlos en lo que deben hacer para ser bendecidos”- Zutanejo le saltó a la yugular con una precisión de cirujano. La sangre salpicó el tablero blanco. –“Profesora cuéntenos una de vaqueros, porque esa historia no se la come nadie”- La maestra se retorcía con las manos en el cuello, intentando contener la catarata de sangre. –“Respete joven, la palabra está escrita y se debe reverenciar siempre”- Zutanejo no pudo evitar el machetazo en el brazo derecho. Bramó con los dientes apretados. –“Profe: ¿dónde se encuentra Dios cuando matan, violan y secuestran a los niños?-. Zutanejo apuñalaba el cuerpo cansado de la vieja maestra. –“En los corazones de las gentes que creen en él”- Y le mutiló el otro brazo. –“Valiente Dios el que tenemos nosotros, ahora solo falta que sea omnipotente y omnipresente”- La maestra rengueaba por la jaula agonizante, pero alcanzó a cortarle una pata a Zutanejo. –“El ensayo sobre la omnipresencia de Dios debe presentarse con 5 bibliografías, mínimo 10 cuartillas de extensión, letra arial 12, para el próximo martes”-. Zutanejo recogía los brazos y las piernas adolorido. La maestra recuperaba el color del rostro. –“Dios cuida de ustedes”- Dijo al marcharse con la ironía paseando en los labios. Cuchillos, machetes, motosierras, espadas y sables no eran capaces de lograr un acuerdo mínimo para dilucidar los textos que servirían para presentar el Hijueputa ensayo, los sitios de reunión para hacer las consultas y si la maestra se comería el cuento del corte y pegue de internet, tan efectivo en estos tiempos de maestros cretinos y tecnologías etéreas.
Noviembre llegó con sus brisas tiránicas y sus alegrías indefendibles a la selva recia y montaraz. 125 bestias recibirían el titulo de fieras en una fastuosa celebración. 16 bestias deberían presentar actividades complementarias de recuperación de logros académicos en el mes de Enero, que les permitiera demostrar unas competencias mínimas para ser una verdadera fiera. 9 bestias más no supieron aprovechar el tiempo y debían repetir el grado undécimo. En la ceremonia de graduación no hubo carnicería argumental, ni discusiones bizantinas, ni sustentaciones panfletarias. Las fieras mayores alabaron sin misericordia a las nuevas fieras y les auguraron un futuro halagüeño en la competida y globalizada selva. Se hartaron con las vísceras propias hasta la saciedad en una conmemoración de halagos mutuos. Más allá de los linderos traslúcidos de la racionalidad, en donde el conocimiento se arrastra a los pies putrefactos de la politiquería y el sentido común se arrodilla al pájaro gris de la ignorancia, donde las ideas sobrevivieron, no se sabe cómo, a un falso positivo celestial y las ideologías revisan con una lupa de última generación la realidad, esperan por las viejas fieras y las nuevas bestias. Las armas asesinas descansan. Alguna fiera despistada dejó adrede la puerta de la jaula abierta. Quizá alguna bestia anonadada se equivoque y entre. Para que la carnicería invoque la fiesta.
Dicho y hecho me volví a cortar el dedo índice, tan necesario y persuasivo para amedrentar y decirle a las bestias: “que así como van, no llegaran a ningún Pereira”. Mi sangre tampoco es que tenga muchos fans. Les advierto.

sábado, 12 de diciembre de 2009

ANDA POR AHÍ (Intrarrelato)

Me enseñó muchas cosas que siempre insistió en que serían importantes para mí. No lo decía como hoy yo lo escribo. Lo expresaba a su manera. Nunca fue el más didáctico, más bien era difícil comprender lo que quería decir. A penas ahora lo entiendo. Me enseñó a entrecruzar los hilos frenéticos de los secretos para conseguir novia. A veces con dulzura y paciencia. En otras ocasiones con la dureza del hermano mayor: “¡marica, las cosas son así!”. Me enseñó a pelear a “muñeca limpia” con la depurada técnica del boxeo aprendida en las madrugadas pueblerinas siguiendo las contiendas de Kid Pambelé en el viejo televisor del viejo Saúl Laguna, o en el aparato mágico del más famoso farmaceuta del pueblo: Carlos Brito. Me llevó de la mano para que aprendiera a jugar ese raro deporte de la cesta, que introdujo a nuestro terruño el profesor Norman Romero y la bellísima María Luisa López. Yo quería ser delantero del equipo de Leoncio Montaño, pero en cambio él me veía como un gran alero de la selección de basquetbol del pueblo. “El baloncesto es de inteligentes”: Me repetía con insistencia y yo le creía. Fui las dos cosas. Porque hacer las vainas a mi manera y encontrarme ahogado río arriba, era una manera esplendida de expresar mi rebeldía. No sé frente a qué, ni a cuenta de qué, pero era, para ese tiempo y todavía hoy, orgásmico.
A pesar de los 5 años de edad que nos separaba, él se las ingenió para ser un hermano y no un papá en miniatura. Igualmente, yo me las arreglé para ser más que el hermano menor, una especie de cómplice en sus actividades adolescentes. Quizás a través de mi pudo poner en práctica todo aquello que la recia disciplina de nuestro padre no le permitió. Me enseñó a pelear sin odios y sin motivos: “solo para practicar lo enseñado”. Me enseñó a enamorar a niñas sin que me gustarán con la misma teoría: “es para que vayas viendo cómo funciona el mundo femenino”. Jugué baloncesto a su lado por darle gusto, al comienzo, después terminó gustándome incluso más que a él, y desde luego, para cuidar a mis hermanas del acoso masculino, por encargo de nuestro padre. Nos sometimos a la férrea disciplina y a las órdenes autoritarias de nuestro papá trabajando en las haciendas algodoneras y algunas veces en las rudas labores de la pequeña finca de la familia. Para, según la errática teoría de nuestro padre, “hacernos hombres”, pues para él, la hombría tenía una relación directa con las tareas rústicas del campo. Obviamente, mi hermano, era mucho más voluntarioso que yo. Incluso, sumiso a los indiscutibles razonamientos que provenía de la autoridad paterna. Yo, para esas prácticas, era más bien poco hábil. La pasamos bien todos esos años. Estudiando, jugando, trabajando, viviendo… En ese tiempo aún se podía.
Pero por razones de formación educativa mi hermano se trasladó a Barranquilla y a La Paz a continuar los estudios secundarios. Eso lo convirtió en el hermano mayor que se daba el lujo de instruirse en una ciudad gigantesca a la que poco conocía. Alardear con mis coterráneos de ese “lujo”, hacía cada día más evidente la admiración que sentía por él. Ése es el hermano que yo recuerdo siempre. Después sé que se hizo Contador público, un profesional exitoso, construyó una familia y vivía… Nos reuníamos y recordábamos las cosas buenas. Cualquier día nuestra madre se marchó y la familia se dispersó estando cerca. Mi mamá era el nexo. El polo a tierra. Sin decir nada. Era reverencial. Y, él, intentaba cada fin de año, reunirnos y ratificarnos las presunciones de nuestra madre. Siempre llamaba e invitaba. Siempre con su sonrisa de niño. Siempre hablándonos de la fuerza de la familia. Siempre queriendo ser el nexo y lo lograba. Un ser humano descomplicado que dentro de sus contradicciones y defectos normales no le hacía daño a nadie. Ese es el hermano que yo recordaré siempre.
Pero la muerte es un pájaro negro que se burla de los formulismos estoicos de la inmortalidad. Tan gracioso e injusto: “solo Dios es inmortal” (Timoteo 1:17). Cómo hizo para conseguir tal privilegio en el cual no creo. Un asunto para una discusión bizantina sin salida posible. El pájaro negro no posee ni la guadaña, ni se presenta vestido de esqueleto. No trae un reloj de arena. Simplemente se posa por ahí y canta melodías infelices. La muerte toma lo que quiere. Lo que sigue si es escatológico. Lo que hago en este momento yo. Los que estamos cómodamente acá. Algunos expertos en idiotez humana, dicen que la comodidad solo la da la muerte, obviamente su equivocación es exacerbada, no porque yo lo diga, sino porque la vida es lo único valioso que realmente posee el ser humano, lo demás es pirotecnia verbalística que no convence a ningún aspirante a estúpido.
El hermano que yo recuerdo era silencioso y distante a veces. Pero hermano en todo el sentido de la palabra. No estaba en las fotos proverbiales. Ni en los abrazos memorables. Ni cuando se le necesitaba. Pero era el hermano que siempre desee tener. Respetuoso de los éxitos y de las equivocaciones. Jamás juzgaba. No estaba, pero siempre estaba. Cuando todo iba bien: la llamada llegaba. Cuando todo iba mal: no hacía coros. Ese es el hermano que siempre recordaré.
Como mi madre, pienso que no ha muerto. Tengo la intima percepción de sentirlos cerca cada noche. Para mi están en una especie de paseo infinito. Mi madre sonriendo con su acento guajiro marcado en sus ademanes de matrona temperada. Buscando la manera de vernos felices: me sigo preguntando si esa fue su única misión en la tierra. Sin dejar escapar una queja. Sin expresar un agravio a nadie. Escurriendo bondad sin pregonarlo, sin reclamar las charreteras de los halagos que acrecientan la vanidad. Creo que sigue por ahí alargando con sus oraciones memorizadas de su bondad, la vida necesariamente agradable que llevo. Y mi hermano, seguramente, recordando lo bien que la pasamos. Enseñando a cuanto ángel desmañado se le cruce en el camino los secretos para dar un buen beso. Todas las clases de besos, con los códigos semánticos aprendidos en las revistas desvencijadas de mi padre. Diciéndole con su pedagogía enrevesada el lugar en donde se colocan las manos en un abrazo de amigos, de novios, de amigos especiales, en fin. Enseñando a boxear sin rabia a los arcángeles con los postulados de Pambelé, para que quizás disputen algún campeonato en el cielo, y quien quita, para que les diga en el oído, como a mí: “fresco, que si yo veo que te van jodiendo, yo me meto y le doy con todo a ese Hijueputa”. No sé sí a los ángeles inexpertos en las lides del amor, también se dé el lujo de decirles, como a mí: “el beso es en la boca, marica, en la boca”. Organizando la selección de baloncesto para mamarle gallo a un colesterol en 200 y pico, y discutiendo con no sé que santo, el color del uniforme del equipo y la edad de las porristas que animarían los triunfos del quinteto celestial. Discutirá civilizadamente con los árbitros, pero aceptará los resultados del juego. Si no peleó aquí por nada, menos allá por nada. Tomará cerveza con los contrincantes ocasionales y firmará la revancha para el próximo sábado en cancha neutral sin el mínimo asomo de odio. Sin duda alguna ese es el hermano que siempre recordaré.
La verdad no siento odio. No posee mi alma indignación. La rabia no sirve como respuesta. No sé que significa la venganza, jamás he tenido un arma en mi mano y pienso que la violencia no hace parte de mi alfabeto personal. Cualquier explicación sobre su muerte es ecléctica, pero no la entiendo ni hoy ni nunca. Me enseñó cosas de hermano mayor, pero nunca adoptó esa ridícula pose. Anda por ahí, de centinela de la familia. Reuniendo parabienes para todos sin escatimar esfuerzos: como el nexo que quiso ser y lo consiguió. Muchas de las cosas que sé, las aprendí de la simpleza de sus enseñanzas, de la fragilidad de sus teorías y de la diafanidad de su alma. Para mí fue bueno por los cuatro lados y eso indica que mi hermano mayor, lo era para la mayoría que lo quiso y lo ha de seguir queriendo por mucho tiempo más. Como sigues acá, te digo, solamente: “quiubo, manito, ¿y cómo va todo?” Y, tú, me contestarás, seguramente: “¿y qué manito, y la mujer y las pelás?” Hablaremos de todo y tratarás de cuadrar otro encuentro familiar. Como el nexo que siempre quisiste ser y que ahora dejaste de ser.

A Aycardo Ospino Zárate,
Infinito y trascendente

viernes, 11 de diciembre de 2009

ME SUPO A ROSAS (Cuento)

-Vengo por el beso prometido- Le dije, mientras el ascensor ronroneaba. -No te lo mereces- La lengua viajaba por el filo de la dentadura de pedernal. La saliva sabía a cigarrillo importado. El ascensor se movía frenéticamente y el taladro avanzaba sin estrépitos. 6, 7, 8, 9 y 10. -Te tomaste la neogynon- Le dije, aun con el amor floreciendo de la boca. –Obvio: el palo no está pa cuchara- Me contestó, recogiendo con evidente inconformismo, cargado de sarcasmo, poco justificado, el hilo dental morado y los brasieres rosados. –Contento, no- Me dijo con un rasgo de rabia poco creíble -Contento de qué, de haberte dado un beso- Le contesté (ignorando lo esencial) sin darle importancia, a algo que las mujeres siempre le dan importancia, así sea la trigésima cuarta vez que lo hagan. –No solo fue un beso, desgraciado- Comenzó a fingir un llanto pequeñito. Lo presentía. Ahora solo falta que diga que era virgen. No le presto ni pizca de atención al llanto caprichoso, es más pienso que es el ronroneo del viejo ascensor. Piso 14. –Y, ahora qué, mi amor- Me dijo, melosamente, cambiando discretamente racionalidad femenina por coquetería ancestral, dejando escapar un poco de desnudez por la entrepierna recién conquistada, ante la proximidad de irme. -No sé, tú dirás, cuando nos vemos- Le dije, sin esperar una fecha inesperada o una dirección inexistente como respuesta. Piso 15. Le regalé el que creí también el mejor de mis abrazos. Supongo que sintió lo mucho que la quería por la fuerza corpórea concentrada en la lamida de su lóbulo izquierdo. El suspiro enloquecido saltó del alma y por poco me hace aplazar mi marcha hasta el piso 25. La mordisquee con pasión y dejé que mis labios vagabundearan en círculos por sus mejillas. Parece que hubiese jugado 10 partidos de fútbol sin descanso y marcando a Didier Drogba, el incontrolable delantero marfileño del Chelsea de Inglaterra. –Te quiero, papito- La escuché susurrar con el erotismo en erupción. -Yo más, preciosa- Y le enrosqué un beso infinito en los dedos, voltee sin simular nada y se lo hice llegar en estricta línea recta, mientras el viejo ascensor se cerraba. Forcejeó con perseverancia en la puerta enmohecida y fue recibido por los labios sin labial aún entreabiertos.
Jamás la volví a ver. Sigo visitando el viejo edificio persiguiendo sus olores primitivos en la recia humedad del ascensor. 6, 7, 8, 9 y 10. Y nada. Sudo con el calor infernal de su cuerpo amarrado con los hilos secretos de la sangre. Salgo con sus besos pegados a mis comisuras para regresar obsesionado el medio día siguiente. El guachimán me ve y se sonríe. Observo un airecito de lástima en su semblante que me emputa. –Hijueputa mata pato- Le digo, sin decir nada. 8 semanas y nada. Y el guachimán, me dice: -se fue maestro, era buen polvo, pero ya no está, yo sé cómo funciona eso- La burla iba de oreja a oreja. –Calzones morados y sostenes rosa: si o no- La rabia subía por la ingle. –Te quiero, papito- Las orejas estaban recalentándose. –Pobre, marica, iluso. Ja, ja, ja…- Paso frente al viejo edificio siempre. Escucho los jadeos adoloridos a veces y llenos de satisfacción en otras explícitos de la desconocida que me desquició de amor por varios meses. Escucho el Hijueputa, “te quiero papito”, de la boca seductora de la desconocida y de la jeta sin dientes del degenerado guachimán que se sigue burlando. 6, 7, 8, 9 y 10. Ahí está el hilo morado y los brasieres rosados. La entrepierna fascinante flagelada por el jinete estúpido que sueña con volver a descubrir su propio Dorado. Ahí está el beso demencial entrando sosegado por la puerta desvencijada del ascensor. La carcajada mordaz pasa sin remordimientos por la boca ácida del guachimán. “Ay dímelo en la cara, dímelo de frente, si ya no me amas, dilo de una vez, no estás amarrada, puedes defenderte, si algo no te agrada, o en que te fallé. Hasta donde sé, yo vivo por ti, me muero por ti, eres mi mundo. Hasta donde sé, me he portado bien, siempre he sido fiel, eres mi orgullo” A lo lejos la voz de Peter Manjarrez discretamente degrada y humilla mi orgullo masculino. Lo hace con el peor de los venenos: haciéndome creer que no hice lo que tenía que hacer, cuando yo pensaba que era la última Coca-Cola del desierto, en ese inaprensible arte de satisfacer a las mujeres. “Si nunca te hizo feliz, todo lo que yo te di, porqué me llamas. Si prefieres repartir, tu cariño por ahí, no hay palabras. Si decidiste darte un revolcón, con alguien porque te provoca, y al día siguiente sin ningún dolor levantarse como si nada. Vivir de vacilón en vacilón porque eso es lo que está de moda, perder tu juventud sin un amor que de verdad te de la talla, pero si yo, te pido el sol, tú me lo bajas” A lo lejos Silvestre Dangond coloca discretamente en el cerebro de mi ego, toda aquella letanía que le quisiese cantar a esa desconocida que me hizo añicos el corazón, y cantársela también al Hijueputa guachimán que aún se sigue burlando con el burdo cántico: “calzones morados y sostenes rosa” El malparido acompaña la perniciosa letra con la imitación perfecta del ronroneo del viejo ascensor, y como si fuera poco, el resto de la escritura musical que no puede memorizar, la silba con sonidos guturales que escapan de la cueva sin dientes y pestilente, que al parecer también acariciaron a mi hermosa desconocida.
Si me tomo una Reed: el dulce de los prejuicios masculinos me enerva. Si me tomo una Buchanan: pongo en peligro la estabilidad alimentaria de 2 semanas. Me voy a dormir. A soñar con la despampanante desconocida que me saqueó el tesoro quimérico de mi tranquilidad. O a tener pesadillas dantescas, con las bromas arteras del miserable guachimán que se tiró también a mi hermosa desconocida. En el sueño lo maté. Y me supo a rosas.

jueves, 10 de diciembre de 2009

MAQUIAVELO VIVE (Poema)

La lucha de los seres humanos siempre ha sido la disputa de las ideologías.
Pero somos como vivimos.
Gusanos o pájaros.
El gusano es feliz porque no tiene aspiraciones ni deseos.
El pájaro no lo es porque toma las cosas y asume lo que sigue.
La lucha del ser humano siempre será por ser gusanos o pájaros.
Pero no somos como vivimos.
Queremos volar arrastrándonos,
Queremos arrastrarnos para volar.
El fin justifica los medios.

La lucha de los seres humanos siempre ha sido la pendencia de las ideologías.
Pero no hemos podido vernos en el lugar del otro.
Gusanos o pájaros.
El gusano es feliz porque sufre de entusiasmos efímeros
En función de sus propias fantasías.
El pájaro no lo es porque tiene mucha información
En sus melodías fortuitas.
La lucha del ser humano siempre será por ser gusanos o pájaros.
Pero nos encanta vivir como los demás, sin merecerlo.
Queremos volar sin tener la orden del mesías de los pájaros.
Queremos arrastrarnos y hacerle un “falso positivo” al mesías de los pájaros.

Maquiavelo vive…

A Humberto Maturana

lunes, 7 de diciembre de 2009

Las prácticas escolares: un campo político en disputa (Articulo)

La praxis es un proceso complejo mediado por la didáctica por el cual una teoría plenamente cuestionada y avalada por una comunidad científica se convierte en parte sustantiva de la experiencia vivida. Nada más parecido al ejercicio de la política, en el sentido que en el acto educativo se entrecruzan públicamente distintas miradas epistemológicas, filosóficas, éticas, estéticas e ideológicas que enmarcan el horizonte formativo de los miembros de una comunidad. Dilemas morales, creencias bizantinas, paradigmas revaluados y fragmentaciones históricas constituyen el nuevo orden de las prácticas escolares. Si bien todos los elementos que configuran la formación humana están siendo debatidos por la sociedad, es inaplazable revisar las causas de tales cuestionamientos. La institución educativa es un microcosmos en disputa en donde cada cual pretende reproducir el tipo de ciudadano que “cree” es el mejor alienado para replicar, confrontar o “pasar de agache” frente a las políticas del gobierno de turno. En el primer modelo: seguir al pie de la letra las directivas ministeriales sin discutir las problemáticas que entroniza y las consecuencias que genera es la regla básica. La política educativa es un apéndice del Ministerio de hacienda, los secretarios de educación son tramitadores de las órdenes que emanan de Bogotá, los maestros repiten descaradamente lo que a su vez las editoriales copian de las guías del Ministerio de educación, los estudiantes corean todo el material antes descrito y las comunidades educativas asisten con morbo al último espectáculo de ésta cadena de estupideces, que está a cargo del ICFES: las pruebas de estado. Vítores y ensalzamiento para los que aciertan. Degradación y exclusión para los que no adivinaron el camino correcto. En el segundo modelo: tomar lo poquito que sirve de las directivas ministeriales (lo menos absurdo) y beber de las fuentes de las nuevas teorías pedagógicas, contextualizando éstas a las particularidades geopolíticas de la escuela, es la proa que orienta las discusiones permanentes. Las políticas curriculares pasan por el escrutinio constante de las investigaciones, todo apunta hacia la aceptación de los cambios basados en los argumentos y en la incertidumbre que todo lo que implica formar seres humanos, es inacabado. No hay política educativa, hay una apuesta por alargar la vida de todos en condiciones de igualdad, teniendo en la educación la matriz indiscutible. Los maestros son autores de sus prácticas, las editoriales usan los insumos intelectuales del quehacer escolar para robustecer los discursos curriculares, los estudiantes son interlocutores de las teorías a través de sus vivencias socioculturales y las comunidades educativas se convierten en verdaderas comunidades de aprendizaje. La escuela deja de ser un edificio virtuoso y sus saberes controvertibles empiezan a trasegar fuera de sus dominios. Los estudiantes por fin podrán pensar por sí mismo, si la institución educativa ha sido capaz de poner en cuestión tal operación mental. No hay espectáculo discriminatorio para el final del episodio, las pruebas servirán como información para el mejoramiento de las políticas de vida. Sin embargo, las políticas de diversos tintes seguirán intentando intervenir para imponer su versión propia de educación. El tercer modelo: es igual de infausto, genuflexo y demagógico que el primero. Brilla por su espíritu empresarial, esclavista y autoritario. Codifica, sataniza e intenta que todo le cuadre en un sinfín de encuestas, ecuaciones, estadísticas y operaciones matemáticas que busca denodadamente establecer que la educación no es un derecho sino un negocio. Ocupan los primeros 1000 puestos en los listados fulgurantes del Ministerio de educación. Enseñan, domestican, engañan, solo ellos lo saben. Cuáles son los saberes que privilegian, qué tipo de ciencia para ellos es importante, qué estilos de aprendizaje hacen prevalentes, cuáles inteligencias son las necesarias, qué habilidades fortalecen y con qué lenguajes traducen las visiones que tienen del mundo, y por último, qué concepción de conocimiento y qué estilos cognitivos son imperiosos para la Colombia en que seguramente desarrollarán tales potencialidades. Tienen éxito precisamente, porque también crearon políticas, instituciones y áulicos que defienden y difunden con teorías y praxis aquí y en Cafarnaúm el discurso melancólico de ese éxito.
La razón esencial de la práctica escolar se circunscribe no solo al cuestionamiento constante al cual es sometido el maestro. Más allá de la discusión sobre los bajos salarios, la pérdida irreversible de la libertad de cátedra, enseñanza y aprendizaje, el exagerado número de estudiantes por educador, las debilidades de la formación docente en todos los niveles y las precarias condiciones de las instituciones educativas, se cree que las paupérrimas condiciones laborales generales del maestro en América latina, hacen que sea un simple “trabajador” al servicio de un “patrón” aborrecible que emite órdenes, como si la escuela fuese una lúgubre empresa en donde se producen mercancías, que más tarde irán a un mercado laboral siniestro y competido, a luchar a dentellada limpia por un sueldo miserable. Por tanto, “el tema de los docentes sobresale como uno de los más críticos y una asignatura pendiente en todos los países de la región. Durante las últimas décadas, los docentes han sido considerados más como un medio o recurso para el mejoramiento de la calidad de la educación que como protagonistas activos y fundamentales del cambio. Las reformas educativas se han centrado más en los cambios pedagógicos y de gestión que en los docentes” Se considera prudente decir que dichos cambios pedagógicos y la inserción de la gestión administrativa como hechos relevantes de la escuela no han pasado de los escritorios ni de las flemáticas reuniones de expertos. El maestro debe recuperar su autoridad intelectual basada no solo en una mejor capacitación en su área de desempeño, es urgente formular cambios en el sistema curricular, profundizar en unas políticas educativas que promuevan los avances logrados, para entonces sí, participar de la construcción de un nuevo posicionamiento de la profesión docente en los distintos escenarios geopolíticos de la sociedad.
El momento histórico para que las buenas prácticas escolares devuelvan a los niños, niñas y jóvenes a las escuelas es éste. Llegó la hora de “redefinir un ‘nuevo pacto’ entre los sujetos de la comunidad educativa. Pacto en el que los educadores asuman la tarea de reintegrar a los niños y jóvenes excluidos en el contexto de una sociedad extremadamente desigual. Ello, debería realizarse a través de ‘políticas compensatorias’ democráticas, es decir, guiadas por las metas de la igualdad de oportunidades y posibilidades formando parte de políticas generales de reinserción laboral, cultural y social de los ciudadanos. En educación ésta debería ser integral, detectando y desmontando mecanismos de discriminación e inequidad. Es decir, debería ‘dar una mano’ a quienes han recibido u obtenido menos en el sistema educativo". Sin duda alguna a pesar de las falencias políticas, curriculares, tecnológicas y sociales los males de nuestro sistema educativo no están solamente en que no se hayan elaborado leyes, decretos y normas que reglen las acciones académicas. Se posee un acervo teórico/práctico suficiente de programas, planes y estrategias que dan cuenta de la preocupación del estado y los organismos privados por desarrollar las actividades de formación humana coherentemente con el modelo de sociedad por ellos ofertados. Sin embargo las prácticas de aula siguen siendo la inquietud principal, al punto que se mantienen incólume como un contrato social, en la cual se reproducen relaciones mutuas de dominación, y por tanto, de las formas de conciencia y representación ideológica que le dan legitimidad. Es por eso que el poder del maestro no es visto por el estado solamente como simbólico. Los actos democráticos por sus fundamentos pluralistas terminan siendo acciones pedagógicas que se gestan en la escuela, la reproducción maquiavélica de las estructuras de poder como de los intereses de una clase dominante no puede seguir siendo la medida racional de la institución educativa moderna.
Como dice, Humberto Maturana, “preparar a las personas para incorporarlas a la cultura y a la sociedad, pero al tiempo eduquémoslas en valores para que se respeten a sí mismas y a los demás dentro de los argumentos de una democracia civilista”, seguirá por mucho tiempo siendo la utopía irredimible de la educación en América latina, más aún en éstas épocas; cuando el libre mercado, el autoritarismo, el estado de opinión, las prácticas criminales, la corrupción y los subsidios deleznables hacen parte del mapa de la adversidad en donde Colombia ostenta una de las más altas calificaciones.
La escuela colombiana, la que seguramente emergerá después de ésta década funesta, podrá abandonar los edificios en ruinas en los que estoicamente se ha autodestruido. Podrá mirar a los ojos de los niños, niñas y jóvenes que aún la observan con fascinación porque en ella se formarán para ser seres humanos felices. Podrá, quizás, ir por campos, calles, ciudades y villorrios “a llevar la buena nueva” con su cargamento de sueños inmodificables, con su esencia de fiesta, con su sello de ciencia y humanismo, con su impronta laica, y de pronto, a comprometerse, como dice, Denise Najmanovich “con poner en primer plano la capacidad de exploración, el procesamiento y la organización de la información, la posibilidad de tejer múltiples relaciones entre las diversas temáticas, la puesta en conjunto, el trabajo colectivo, la producción de sentido en múltiples niveles ligados entre sí y su presentación estética y ética. La escuela del nuevo milenio enfrenta el desafío de construir una institución educativa capaz de aceptar la diversidad de puntos de vistas, dar lugar a la diferencia de estilos y aproximaciones, que al mismo tiempo nos permita tomar contacto con nuestro acervo cultural y desarrollar la creatividad en un espacio de convivencia ligado a la comunidad”.
Lejos, eso sí, lo más posible, del discurso obtuso del negocio y de las truculencias obsesivas del dogmatismo estatal y empresarial.



BIBLIOGRAFÍA


Documento para la discusión presentado por Leonora Reyes (PIIE, Chile) y Orlando Pulido Chaves (UPN, Colombia).

Adriana Puiggrós, “Educación y poder: los desafíos del próximo siglo”, Carlos Alberto Torres (Compilador), Paulo Freire y la agenda de la educación latinoamericana en el siglo XXI, (Buenos Aires: CLACSO, 2001)
 
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